Insecticidas
más persistentes de lo que se creía
Abejas y otros polinizadores sufren las consecuencias
Durante
muchos años apicultores y organizaciones ambientalistas han trabajado
a nivel mundial para la prohibición de los plaguicidas neonicotinoides
vinculados a la disminución de las abejas, fenómeno que
afecta a la apicultura a nivel mundial.
Los
neonicotinoides son una clase de insecticidas, con un modo de acción
común, que afectan al sistema nervioso central de los insectos,
causando parálisis y muerte.
En
un estudio
recientemente publicado, se muestra que la toxicidad de los insecticidas
neonicotinoides para los artrópodos, animales invertebrados,
dentro de los cuales se encuentra la abeja, se ven agudizados por la
exposición prolongada.
El
Dr. Henk Tennekes, toxicólogo, demuestra que los riesgos a largo
plazo asociados a los insecticidas neonicotinoides, dentro de los cuales
se encuentra imidacloprid y tiacloprid son mucho mayores que lo que
se pensaba hasta ahora. De hecho, esto podría explicar el declive
de abejas en todo el mundo.
El
Dr. Henk Tennekes dice que "Los riesgos de los insecticidas imidacloprid
y tiacloprid para los artrópodos en el agua y el suelo podrían
estar seriamente subestimados. Los límites aceptables se basan
principalmente en pruebas a corto plazo. Si los estudios a largo plazo
se llevasen a cabo, concentraciones mucho más bajas podrían
ser peligrosas. Esto explica por qué cantidades diminutas de
imidacloprid pueden inducir a una disminución de abejas en el
largo plazo.”
Debido
a su alta persistencia, cantidades significativas de los neonicotinoides
puede permanecer en el suelo durante varios años. En consecuencia,
las plantas que crecen en suelos previamente expuestos a imidacloprid,
pueden absorberlo a través de sus raíces y convertirse
en un peligro para las abejas.
Dr.
Henk Tennekes también está preocupado por el alto nivel
de contaminación de la superficie del agua con agroquímicos
relativamente estables. En Dinamarca se han detectado niveles de imidacloprid
de hasta 320 microgramos por litro (mg/l).
Imidacloprid
es el insecticida más utilizado del mundo y de mayor venta de
la multinacional Bayer. Suele utilizarse como curasemillas para el maíz,
el girasol y la colza. El inicio de la comercialización de imidacloprid
coincidió con la aparición de grandes mortandades de abejas,
primero en Francia, más tarde también en muchos otros
países europeos, Canadá, los EE.UU. y Brasil.
Alemania
ha prohibido en mayo de 2008 el uso de imidacloprid y de su producto
sucesor, clotianidina, en el maíz. Italia y Eslovenia impulsan
una prohibición similar.
El
imidacloprid en Francia ha sido prohibido como curasemillas de girasol
(desde 1999) y maíz (desde 2004). En 2003, el Comité Científico
y Técnico, convocado por el gobierno francés, declaró
que el tratamiento de semillas con imidacloprid conduce a "riesgos
significativos para las abejas".
En
Uruguay también se utilizan
Tanto
el Imidacloprid como el tiacloprid, se encuentran a la venta en nuestro
país. De acuerdo a Servicios Agrícolas, organismo dependiente
del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, se encuentran
cincuenta sustancias con el principio activo Imidacloprid, bajo las
formulaciones de suspensión concentrada, polvo mojable y polvo
dispersable.
A
raíz de la mortandad de colmenas o desaparición de las
mismas, muchos apicultores se han visto forzados a abandonar esta actividad.
La
mortandad de las abejas ha salido a luz pública, dado que detrás
de las abejas están los apicultores, pero ¿Qué
pasa con los otros animales invertebrados que también son afectados
por el uso de los neonicotinoides? Y que por cierto, muchos de ellos
también cumplen el rol de polinizadores como lo hacen las abejas.
En
distintos países de Europa y E.E.U.U. se han tomado medidas con
respecto a la prohibición de los neonicotinoides. Bien podría
Uruguay seguir su ejemplo y valorar el papel que cumplen las abejas
no solo como polinizadoras, sino como productoras de miel, rubro importantísimo
de exportación de nuestro país.
RAPAL
Uruguay
Agosto 2010