Las curadoras de semillas

Contribución del conocimiento tradicional al manejo descentralizado de la biodiversidad

Por Red CBDC-Latinoamérica (*)


Prólogo

Este artículo refleja de manera clara y precisa la esencia del enfoque de trabajo de la Red Latinoamericana de Conservación de la Biodiversidad con Comunidades Tradicionales, Red CBDC. En él se destaca el papel que grupos de productores y productoras de comunidades locales han venido desempeñando en relación con el uso, manejo, conocimiento, desarrollo y conservación de la biodiversidad a lo largo y ancho del continente.

Los conservacionistas de las comunidades quechuas y aimaras de alto andino peruano, los campesinos experimentadores del sur del Brasil, los custodios y custodias de semillas en Colombia y las curadoras (1) de comunidades tradicionales del sur de Chile son en gran medida los responsables históricos de que las actuales generaciones puedan acceder a una amplia y variada oferta de materiales genéticos y al cúmulo de conocimientos a ellos asociados.

A lo largo del texto se profundiza en el caso de las "curadoras" chilenas; se destaca el aporte que desde la perspectiva de género han venido desarrollando las mujeres de comunidades locales.

Finalmente se resalta la importancia que en el proceso de re-conocimiento y re-valoración de la capacidad de las comunidades tradicionales para conservar la biodiversidad especialmente relacionada con los alimentos ha significado el trabajo con los chef de alta cocina chilenos.


I. La biodiversidad amenazada

Una de las mayores amenazas que hoy enfrenta la sobrevivencia del planeta es la pérdida de la biodiversidad en sus diferentes expresiones. Las causas de esta pérdida pueden ser resumidas en el uso de un modelo de desarrollo no sustentable y en el fomento de una cultura que promueve un modo de consumo que favorece la concentración a través de la privatización, la homogenización a través de las nuevas tecnologías (2) y la desacralización de la naturaleza.

El hecho de que en la actualidad el 90% de las tierras con mayor biodiversidad en el mundo sean manejadas por comunidades agrícolas y pueblos indígenas indica que la estrecha relación entre cultura, modos de consumo y concepciones de desarrollo, característica de las culturas rurales, ha sido más efectiva y beneficiosa para la humanidad de lo que comúnmente pudiera haberse pensado; y que existen prácticas, saberes y formas de relación con el hábitat que las sociedades modernas y urbanas deben aprender de las agro-culturas y aplicarlas para preservar la biodiversidad.

Bases del protocolo campesino de intercambio de semillas

El respeto por la vida, la naturaleza y el conocimiento que va reflejado en las semillas o en las plantas.

Compartir el conocimiento en torno a lo que se intercambia y legar este pequeño tesoro a personas que estén dispuestas asumir un compromiso con estos principios.

Aclarar que no es una feria y que hay prohibición de venta en estos intercambios; existen otros lugares y momentos para comercializar.

Honestidad en torno a lo que se intercambia; que sea realmente lo que se explica.

La reciprocidad de dar y recibir algo a cambio, y donde la semilla posee un valor simbólico que no tiene precio, no tiene un valor económico y por sobre todo no tiene propiedad.

Este Protocolo ha sido elaborado por las comunidades campesinas y mapuches de la VIII, IX y X Región, Red de Agricultura Urbana y curadoras de semillas de Chile.


Otro hecho importante es que sólo aproximadamente un 5% de la diversidad de plantas clasificadas hasta ahora fueron consumidas como alimentos hasta el siglo recién pasado y todas ellas fueron domesticadas en momentos de la historia humana en las que la ciencia y la tecnología no existía como la que conocemos en la actualidad. Esta constatación ha concentrado las discusiones políticas, filosóficas y económicas relativas a la manipulación del genoma del planeta, a las formas de reconocer y validar conocimientos y sobre todo, a las concepciones de tipo ético, cultural y genético que han facilitado la existencia de las actuales semillas comestibles y de los alimentos de origen vegetal que consumimos hasta el día de hoy.

La relación entre alimentación y biodiversidad se ha hecho más que evidente y ha modificado las concepciones empleadas hasta hace algunos años en seguridad alimentaria, incorporando a los conceptos de alimentación saludable y alimentación natural la concepción política de soberanía alimentaria.

Se ha constatado que la actual dieta de la humanidad está compuesta por un 2,6% de especies del total de especies existentes y sólo once contribuyen al 75% del consumo global de calorías (plátano, poroto, mandioca, maíz, mijo, papas, arroz, sorgo, caña de azúcar, camote y trigo). Por otra parte, más del 95% del consumo global de proteínas proviene del ganado vacuno, gallinas y cerdos y habiendo más de 1000 especies de peces solamente doce componen el tercio de la pesca del mundo.

Los once cultivos mencionados proporcionan proteína y energía en exceso, pero son deficientes tanto en nutrientes como en fibra, hierro, vitamina A, yodo, tiamina, riboflavina, calcio, vitamina C y zinc.

La mayor parte de estos minerales y proteínas se encuentran en vegetales y tubérculos silvestres, presentes en áreas boscosas o de selva y en las zonas de transición hacia ellas Por ello la conservación y desarrollo de la biodiversidad alimentaria traspasa las fronteras de lo que conocemos como actividad agrícola e involucra ecosistemas forestales y acuícolas, incluso ecosistemas urbanos en los que se realizan actividades de preservación o restauración de la biodiversidad con fines alimentarios. Tal es el caso de la agricultura urbana.

La pérdida de opciones futuras de alimentación no es, por lo tanto, sólo una cuestión de especies y de producciones sino de diversidad al interior de las especies, de diversidad de ecosistemas que albergan distintos tipos de especies con distintas concentraciones de nutrientes y de diversas culturas que pueden definir distintas formas de preparación de plantas y animales que permiten mantener la diversidad biológica y por otra parte asegurar la diversidad de consumos.

Una de las conclusiones más relevantes de estas discusiones es que no se trata de mantener o conservar sólo semillas como objetos o productos sino, de generar aprendizajes y formas de conocer que han generado semillas y plantas con características distintas adecuadas a realidades diversas.

Una de las maneras de interpretar el mundo es la llamada científica (positivista), pero existen otras que se clasifican bajo el término común de conocimiento tradicional o conocimiento nativo. Sea cual fuere el término empleado, las estrategias actuales de manejo y conservación de la biodiversidad reconocen el empleo de al menos dos concepciones: La centralizada, ex-situ, y la descentralizada in-situ.

La primera tiene como protagonistas a científicos y genetistas convencionales agrupados en los centros de recursos genéticos. La segunda y sobre la cual trata este enfoque, tiene como protagonistas a los campesinos y a sus especialistas en crianza de semillas, las llamadas curadoras de semillas. En el primer caso hablamos de recursos, en el segundo caso nos referimos a patrimonio porque el valor de la semilla no está separado de su uso, su origen y el saber vinculado a ella.

La FAO, finalmente, también ha reconocido esta realidad y la importancia del aporte y saber de los agricultores en ella. Además, también ha reconocido la existencia de al menos dos formas de conocimiento participantes en los actuales flujos de abastecimiento de la biodiversidad cultivada, especialmente de semillas: el manejo in-situ, o en finca, realizado por los agricultores y el manejo ex-situ realizado por los centros de investigación y las compañías productoras de semillas para el comercio mundial. El primero abastece al 90% de los agricultores del mundo.

El sistema in-situ de manejo campesino ha emergido a la luz pública en la última década al surgir acuerdos globales y legislaciones internacionales que han intentado abordar la creciente pérdida de biodiversidad o regular su uso y acceso. Tales son los casos del Convenio de Biodiversidad que surge a partir de Río ´92; las leyes UPOV; el Tratado de las Semillas promulgado en noviembre del 2000; y las actuales discusiones y negociaciones en torno al patentamiento.

Teniendo presente la estrecha relación existente entre diversidad biológica y diversidad cultural es que el conocimiento, difusión y revalorización de los sistemas de conocimientos llamados tradicionales _entre los que se consideran los sistemas campesinos_ se torna relevante y pertinente no sólo porque aportan al diseño de estrategias de desarrollo sustentable para el fortalecimiento de los propios campesinos y sus sistemas de autonomía alimentaria sino también por el aporte que pueden realizar a la resolución de los actuales problemas de pobreza y pérdida de biodiversidad generalizada.


II. Las curadoras de semillas: un aprendizaje desde el conocimiento tradicional

La curadora de semillas es parte del sistema de abastecimiento de semillas de las comunidades: su papel es de una especialista tradicional. Las curadoras no son multiplicadoras de semillas. Su objetivo es mantener la diversidad de plantas, no la producción masiva de semillas como hacen los multiplicadores.

"Una curadora es la guardiana de las semillas ya que protege plantas que le han sido encargadas por personas que le han traspasado ese conocimiento, sobre todo en lo que se refiere a medicina y alimentación, y comparte estos conocimientos como las plantas y semillas con otros para asegurar la continuidad de éstas en la tierra entregando responsablemente a personas que sí la van a conservar y mantener para que perduren en el tiempo (3)."

Como especialista comparte su trabajo y función con el de la producción agrícola, la crianza de hijos y la participación en la organización comunitaria al igual que cualquier otra mujer. Su especialidad es el conocimiento de las semillas y su forma de reproducirlas y mejorarlas. Su habilidad es considerada un don divino. Su mandato es la crianza y la manutención de las semillas. Las curadoras no son las personas más pobres o de mayores carencias materiales al interior de una comunidad rural.

Las curadoras no tienen una organicidad propia ni forman parte de ningún tipo de instancia formalizada a nivel institucional. Se articulan como una red, instancia que les permite interactuar y socializar distintas temáticas entre ellas, de esta forma las curadoras influyen e irradian sus conocimientos desde sus comunidades a distintas localidades.


La vulnerabilidad del sistema de curatoría tradicional de biodiversidad

En la actualidad los sistemas tradicionales comunitarios liderados por las curadoras o custodios, se han debilitado debido a los procesos modernizadores de carácter monocultural que ha masificado el uso homogéneo de semillas y plantas en la agricultura y forestería en las últimas décadas.

La migración rural-urbana y la asalarización industrial de las mujeres campesinas también han influido en la erosión de conocimientos y pérdida de semillas. Cultivos alimentarios como el maíz, trigo, cebada, papas y porotos de uso múltiple y variado, asociados a diversas tradiciones, han sido homogeneizados por la introducción de especies modernas y genéticamente mejorados con un solo propósito, el alto rendimiento y la comercialización para mercados internacionales. Por otra parte, plantas y raíces silvestres de uso alimenticio y medicinal complementarios en la dieta, los rituales, la artesanía y la vida social han desaparecido como consecuencia a las políticas ya mencionadas.

Son las mujeres las que han desarrollado un minucioso y silencioso trabajo que ha permitido conservar y recrear el uso de semillas y plantas las que transformadas en remedios, artefactos de uso diario, artesanía, platos y guisos forman parte del patrimonio cultural y ecológico de los pueblos y grupos campesinos. Sin embargo, a través de las políticas implementadas en el sector rural se han generado cambios en el papel e importancia de las mujeres en la agricultura, la salud y la alimentación.

La creación de plantas alimenticias es uno de los papeles históricos de las agricultoras más afectados y debilitados por los procesos modernizadores, y sus efectos comienzan a expresarse en una población rural y urbana mal nutrida y menos informada respecto de los valores de la alimentación saludable, perdiendo cada vez más la soberanía alimentaria.


La erosión cultural

Insistiendo en la estrecha relación existente entre diversidad biológica y diversidad cultural es que la difusión y revalorización de los sistemas de conocimientos llamados tradicionales _entre los que se consideran los sistemas campesinos_ se torna relevante y pertinente no sólo porque aportan al diseño de estrategias de desarrollo sustentable para el fortalecimiento de los propios campesinos y sus sistemas de autonomía alimentaria sino también por el aporte que pueden realizar a la resolución de los actuales problemas de pobreza y pérdida de biodiversidad generalizada globalmente.

Sin embargo, los procesos de transmisión de conocimientos tradicionales han sido afectados a tal punto que en la actualidad es posible encontrar más bien fragmentos o pedazos de éstos en determinadas personas y comunidades pero que distan por el momento de ser un corpus transmisible y replicable en el ámbito territorial u organizacional. De allí la importancia de reunir a los especialistas tradicionales que mantienen estas porciones de conocimientos y de prácticas con el fin de socializar, compartir y reconstruir saberes que permitan el fortalecimiento del sistema in situ no sólo a nivel de producción de especies vegetales sino también de los conocimientos y prácticas que permitieron su restauración y desarrollo.

En este último aspecto se aprecia una posible colaboración o aporte desde las ciencias ecológicas (4) y sociales que son de tipo sistémico y más amigable con el conocimiento tradicional que las llamadas ciencias duras. Las ciencias de base ecológica pueden hacer un especial aporte a estos procesos de reconstrucción de conocimientos contribuyendo a la idea del llamado diálogo de saberes y a la reactivación de prácticas específicas de mejoramiento genético de base conceptual campesino-indígena (5).

Pautas para la organización de un "Encuentro de intercambio de semillas"

Aquí se plantean algunas consideraciones para orientar los encuentros de intercambio de semillas.

La estrecha relación entre cultura y biodiversidad implica que lograr recuperar la biodiversidad no puede ser independiente de recuperar y revalorizar la diversidad cultural y los sistemas de conocimientos campesinos y de culturas indígenas. Esto es más relevante aún puesto que a pesar de los procesos de erosión de la biodiversidad y el debilitamiento de estos sistemas de conocimiento por los modelos tecnológicos convencionales aún existen las bases y condiciones para su protección, recuperación y reactivación. Ello, fundamentado en la existencia de eficientes sistemas de intercambio de semillas y materiales reproductivos, en especial las plantas medicinales, productos forestales no maderables y algunos cultivos como porotos, papas, hortalizas y flores.

En este aspecto la reactivación del trafkintu como una práctica social y cultural representa una instancia colectiva donde ese potencial de conocimiento y sabiduría campesina se pone en acción en un evento en que la participación de hombres y mujeres es un hecho concreto.

Para que los trafkintu sean esencialmente eventos sociales y culturales tanto los principios sobre los cuales deben desarrollarse así como la metodología son aspectos claves que no deben desatenderse.

Para fomentar los principios de vida relacionados con el intercambio de semillas las comunidades organizan eventos culturales durante el otoño y la primavera, de manera de hacer coincidir las fechas de las temporadas de siembra con el aporte de nuevas semillas procedentes de distintos lugares.

El trafkintu es una práctica ancestral Mapuche en el que además del intercambio de productos se cambiaban semillas cuando se considera que las semillas están "cansadas" y se requiere cambiarlas para "refrescarlas". El trafkintu como evento sociocultural permite mantener o fortalecer una instancia y una práctica colectiva donde el conocimiento y sabiduría campesina se ponen en acción en forma diferenciada entre varones y mujeres. Podemos señalar que se aprecian relaciones de complementariedad en los conocimientos y prácticas asociadas a distintos ecosistemas, así como diferencias relacionadas con el género. Mientras las mujeres concentran su participación en la huerta, en la chacra y en la recolección en el bosque, los varones son los que conocen los árboles, especialmente los madereros, y plantas que alimentan al ganado. Dado el actual deterioro del ecosistema forestal nativo, el conocimiento sobre el sotobosque y las huertas y chacras coloca a las mujeres en el primer plano de los intercambios y de los conocimientos especializados en conservación de plantas y semillas. Ello, sumado a su papel de dueñas de casa, hace que sean mayoritariamente las mujeres las que cumplen el papel de especialistas en crianza de semillas y en tradiciones. Para realizar el intercambio la metodología puede plantearse como un conjunto de etapas sucesivas.

Etapa 1. Recepción y bienvenida

En la recepción es donde se expresa el rol importante de los campesinos que van a participar en el encuentro, puesto que ellos serán los protagonistas que intercambian el conocimiento y las semillas. Si participan autoridades es conveniente que saluden a las personas que participarán en el evento.

Un coordinador del intercambio entrega las pautas del evento y explica como se va a realizar la actividad entre todos. Las personas que participan tienen que presentarse para que exista un conocimiento personal que es valioso.

Etapa 2. Definición de objetivos

En esta etapa se realiza una introducción de parte de la organización que recibe a los invitados, en la que se plantean dos objetivos en forma de preguntas:

a) ¿Cuál es la importancia de intercambiar las semillas?; y

b) ¿Cómo el intercambio forma parte de las estrategias de manejo descentralizado de la biodiversidad?

Etapa 3. Desarrollo del evento

Durante el desarrollo del evento se tiene en cuenta:

a) Identificar a los participantes con una tarjeta.

b) Un elemento importante es la ambientación del lugar para que las personas se sientan en confianza y en un ambiente familiar; debe procurarse que la participación sea fluida y en un marco de horizontalidad.

c) Debe plantearse a los distintos participantes el protocolo y las dinámicas de los intercambios.

d) Usar y coordinar con los medios de comunicación local y organismos públicos ligados al sector rural.

e) Respetar los tiempos que requieren las relaciones de intercambio.

Etapa 4. Evaluación y conclusiones

Al finalizar la actividad se evaluará con los participantes intentando saber su opinión y recoger sugerencias de estrategias de intercambio.

Para la evaluación es importante que exista un equipo grande de seguimiento que registre el intercambio. Para esto, es necesario consignar el número y tipo de semillas o plantas intercambiadas (hortalizas, flores, medicinas, chacras, árboles), personas que participan en el intercambio, localidades.

También se debe poder identificar posibles curadoras con el fin de devolver esta información por la cantidad de especies que se intercambian y así ir generando insumos de información para el trabajo futuro.

Deben plantearse formas para poder seguir el desempeño de las especies intercambiadas a nivel predial.

 


La privatización del conocimiento. ¿Leyes internacionales versus Protocolos campesinos?

Un problema complejo y de limitadas capacidades de resolución por parte de las instituciones políticas es la privatización del conocimiento, reflejada en los tratados de propiedad intelectual y en las formas de apropiación del genoma planetario que se han desencadenado durante las últimas décadas.

La privatización a través de diversas expresiones de vida (una de ellas, las semillas) ha generado problemas de difícil comprensión y manejo por parte de los afectados. Las esperanzas puestas en el llamado Tratado de

las Semillas (Tratado Internacional de las Plantas y los Recursos Genéticos para la Comida y la Agricultura (6)) son insuficientes si no se definen y aplican los reglamentos para la conservación del libre acceso a los recursos genéticos para todos los campesinos y los pueblos indígenas. Así los campesinos parecen estar atrapados en una maraña de tipo legal y política que amenaza no sólo su libre acceso a las semillas sino que su capacidad de producción, conservación y desarrollo in situ en el futuro.

El tratado reconoce los derechos de los agricultores pero es ambiguo en materia de propiedad intelectual y del papel de las compañías productoras. Por ello, la protección del conocimiento tradicional de acuerdo con los valores, las necesidades y sistemas legales tradicionales de los pueblos y comunidades indígenas y campesinas pasa a constituir un aspecto relevante de cualquier programa de conservación de biodiversidad in situ en la actualidad ya que las semillas son inseparables de sus criadores.

Las organizaciones campesinas de representación mundial, informadas y concientes de las implicancias que tiene para el mundo campesino el actual sistema de privatización y los apoyos adicionales que requiere el "Tratado de las semillas" sobre Derechos de los Agricultores, han impulsado la elaboración de códigos de intercambio definidos por campesinos bajo sus propios valores ético-culturales regulando las formas de abastecimiento y mantención del sistema in situ (ver recuadro).

Esto significa definir, por la vía de los hechos, formas de protección del germoplasma campesino. Detrás de ello está el concepto de las semillas, patrimonio de la humanidad y no productos privatizables mediante una patente.

Se entiende que un Código campesino asumirá de manera pública y masiva las Pautas de intercambio de semillas (7) que hasta ahora han practicado las curadoras y curadores de semillas que siguen, entre otros, los principios de reciprocidad, respeto y compromiso.


La descapitalización cultural

La pérdida de la biodiversidad genera distinto tipo de efectos. Uno de ellos se aprecia en la gastronomía, como expresión de patrimonio cultural. En un contexto de globalización, de inserción económica y de uso del turismo como actividad económica emergente, la gastronomía nacional se ve afectada por su pobreza conceptual, la falta de diversidad y la escasa originalidad que presenta en su elaboración y presentación. El enriquecimiento de la gastronomía e identidad alimentaria pasa por el conocimiento, difusión y educación de los consumidores sobre los diversos usos de los distintos tipos de cultivos y de plantas de recolección que son alimenticios y que constituyen la base identitaria de nuestros lugares y de las culturas que los habitan. Mucha de las tradiciones olvidadas, o producciones alimentarias declinantes, cobran nuevas fuerzas al ser re-conceptualizadas y difundidas como nuestro patrimonio, conservados en la memoria histórica del pueblo. Sin embargo, en la actualidad la homogenización genética de semillas limita el ya escaso rango de posibilidades en los que se mueve la cocina nacional; y el desconocimiento de plantas y semillas, y sus preparaciones, afecta las posibilidades de su uso y demanda.


Principios de una curadora

1. Una curadora sabe que lo que la naturaleza nos da es para descubrirla, cuidarla, mantenerla y compartirla.

2. Una curadora es la guardiana de las semillas ya que protege plantas que le han sido encargadas por personas que le han traspasado ese conocimiento, sobre todo en los que se refiere a medicina y alimentación y, comparte estos conocimientos como las plantas y semillas con otros para asegurar la continuidad de estas en la tierra entregando responsablemente a personas que si la van a conservar y mantener para que perduren en el tiempo.

3. Una curadora conoce el significado y uso de las plantas que conserva.

4. Una curadora mejora la calidad de sus semillas, reproduce, cosecha, selecciona y almacena con sabiduría y conocimiento que ha ido adquiriendo.

5. Una curadora debe relacionarse profundamente con ellas; es una vinculación en torno a los ciclos de la vida.

6. Una curadora trabaja con amor y cariño con sus plantas y semillas para que estas den un buen fruto.

7. Una curadora debe ser solidaria ya que sabe que le fue heredado un conocimiento a través del compartir y por lo tanto tiene valores morales que están presentes en el compartir y no en coleccionar.

8. Una curadora debe saber que su misión es la continuación de la vida en la tierra.

(*) Declaración sistematizada de los Talleres de Formación de Curadoras de semillas en el sur de Chile, "Cultura de Semillas" y taller técnico en "Mejoramiento Participativo".


III. Aprendizajes para compartir

El conocer, revalorizar y difundir los sistemas de conocimientos llamados tradicionales, entre los que se incluyen los sistemas campesinos, se torna relevante y pertinente para la construcción de nuevos diseños de estrategias para localidades sustentables. El fortalecimiento de los propios campesinos y sus sistemas de autonomía alimentaria hace que se transformen en nuevos referentes para la resolución de los actuales problemas de pérdida de biodiversidad. La reactivación del flujo de semillas a través de los intercambios o ferias de semillas, como evento sociocultural, ha permitido fortalecer una instancia y una práctica colectiva donde el conocimiento campesino se pone en acción en forma diferenciada entre varones y mujeres. Las curadoras son las protagonistas del flujo de conocimientos y tradiciones asociadas a semillas y plantas, lo que las convierte en un eslabón importante, junto a otros especialistas, en el soporte de la biodiversidad. Esta labor es compartida con muchas redes comunitarias o locales de intercambio de nuevas técnicas y prácticas, el desarrollo de diversos usos de las plantas o semillas, y, un compartir de conocimientos y de valores éticos asociados a ellas.

Paradójicamente, un aprendizaje muy valioso correspondió a la experiencia de diálogo de saberes entre curadoras de semillas y especialistas de alta cocina, los "chefs", mucho más que con genetistas o mejoradores nacionales. Tal vez la motivación fue reunirse en torno a la huerta y las ollas, lo que resultó ser más atractivo para el diálogo de ambos que el laboratorio o el campo experimental. En cierta forma, la conexión cotidiana entre huerta y olla pasó a ser en sí misma una actividad y una forma de mirar la biodiversidad cultivada y no cultivada, evitando la discusión agronómica y pasando a la alimentación y el arte.

Esta experiencia _que permite abrir el camino para desarrollar una difusión de la biodiversidad y su valor como patrimonio y aporte del mundo campesino_, constituye un avance para iniciar una discusión política respecto a la condición de las culturas mapuches y campesinas frente al actual enfoque de desarrollo de las localidades.

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Notas y referencias bibliográficas

1- Curadoras se definen en Chile, custodios en Colombia, conservacionistas en Perú o campesinos experimentadores en Brasil.

2- Fowler,C., Mooney, P. 1990. Shattering: Food politics, and loss of genetic diversity. University of Arizon Press, Tucson, Texas, USA.

3- Extracto de "Principios de una Curadora".

4- Teoría de los sistemas vivos; ver Fritjof Capra.

5- Entre las prácticas detectadas que ya han sido consignadas en la experiencia de la red CBDC están: el casamiento del maíz; el refrescamiento de la semilla; y los cruzamientos entre parientes silvestres y parientes cultivados o domesticados.

6- Su sigla es ITPGRFA; Chile aún no ratifica el Tratado.

7- Ver el recuadro "Pautas para la organización de eventos de intercambio de semillas o trafkintu".

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(*) Red de Conservación de la Biodiversidad Campesina /CBDC-Network (www.cbdcprogram.org). Coordinador Regional, Luis Eugenio Cifuentes. C.e.: eugeniorgcofee@yahoo.com