¿POR QUÉ UNA
CAMPAÑA CONTRA MONSANTO?
Por Gabriela Soriano y Mariela Zunino
Boletín, CIEPAC, San Cristóbal de las Casas, CHIAPAS;
MEXICO.
"Chiapas al Día" No. 552 y 553. http://www.ciepac.org
<http://www.ciepac.org>
Monsanto se presenta a sí
misma como una empresa que busca satisfacer la creciente necesidad mundial
de alimentos y fibras, conservar los recursos naturales y proteger el
medio ambiente. Sin embargo, allí donde Monsanto se encuentra
presente, sólo se vislumbra muerte, privatización de tierras,
amenazas a campesinos, contaminación, enfermedad y destrucción
del medio ambiente.
Resumen
"Alimento, Salud, Esperanza",
ese es el lema de Monsanto, una compañía que tiene más
de 100 años de existencia y actualmente está presente
en más de 100 países. Se presenta a sí misma como
una empresa que busca satisfacer la creciente necesidad mundial de alimentos
y fibras, conservar los recursos naturales y proteger el medio ambiente.
Sin embargo, allí donde Monsanto se encuentra presente, sólo
se vislumbra muerte, privatización de tierras, amenazas a campesinos,
contaminación, enfermedad y destrucción del medio ambiente.
Este articulo forma parte de una Campaña Informativa que busca
mostrar por qué Monsanto representa un peligro para nuestros
pueblos y naciones. Frente al vertiginoso avance de las empresas transnacionales
sobre nuestros recursos, vemos una situación de desinformación
generalizada que deriva en la inacción y el no saber actuar frente
a estos procesos. Nuestro objetivo es sensibilizar e informar a la sociedad
civil acerca de qué es lo que realmente está pasando con
nuestros alimentos.
¿Quién es
Monsanto?
La Compañía Monsanto
nace en 1901, en San Louis Missouri en los Estados Unidos, donde aún
tiene sus oficinas centrales. En sus inicios, esta compañía
sólo fabricaba un endulzante artificial conocido como sacarina.
Hacia los años 20, Monsanto
se convirtió en una de las principales compañías
fabricantes de ácido sulfúrico, y PCB's (bifenilo policlorado),
entre otras sustancias químicas que se utilizan en la industria
electrodoméstica e hidráulica. Durante los años
40 el negocio de Monsanto estaba enfocado principalmente en la fabricación
de plásticos y fibras sintéticas. Desde aquellos años,
Monsanto se ha mantenido entre las 10 compañías químicas
más grandes del mundo.
A finales de los años 40,
Monsanto fabricaba herbicidas que contenían dioxina, una sustancia
altamente contaminante y que había enfermado a muchos trabajadores
y personas que estuvieron en contacto con ella. Fue así que hacia
los años 50 los especialistas en guerra química de los
Estados Unidos se interesaron en esta sustancia como una posible arma
química y Monsanto hizo acuerdos con ellos.
Vietnam: Armas químicas
En los años 60 y principios
de los 70, Monsanto contribuyó a la contaminación, muerte
y enfermedad de millones de vietnamitas durante la guerra entre Vietnam
y los Estados Unidos. En esa época se rociaron 80 millones de
litros de herbicidas (químicos) sobre Vietnam, en una superficie
aproximada de 1.5 millones de hectáreas para despejar los bosques
y facilitar los bombardeos a la población. Entre los productos
que se rociaron estaba el Agente Naranja, un poderoso defoliante, ¿quién
fue el responsable de su fabricación? Monsanto. Estos químicos
destruyeron bosques, campos de arroz, cosechas enteras, envenenaron
las aguas y provocaron graves daños al medio ambiente, además
de envenenar a la población y provocar enfermedades como cáncer
y defectos de nacimiento. Treinta años después, aún
hay casos de niños que nacen con deformidades provocadas por
el contacto de las madres con estas sustancias.
No sólo la población
de Vietnam resultó afectada por estos químicos, también
los soldados Estadounidenses que estuvieron expuestos al Agente Naranja
tuvieron problemas, algunos presentaron después de algunos años,
cáncer en la piel y algunos tipos de tumores cancerígenos.
La privatización
de la vida
En los últimos años,
la compañía química Monsanto, ha dado un paso más
al convertirse en una empresa agrícola. Ahora, es la principal
productora de semillas y controla gran parte del sistema agroalimentario.
Este consiste en una estructura de redes a nivel mundial, que implica
el uso de insumos, la producción, el procesamiento y el mercadeo
de bienes agroalimentarios. Todo ello deriva en una cadena de agronegocios,
hoy dominada y dirigida por grandes empresas transnacionales. Lo que
buscan las compañías como Monsanto es tener el control
total del sistema agroalimentario en el mundo. Actualmente, este sistema
es monopolizado por unas cuantas empresas, entre las que destacan Monsanto,
Cargill, Nestlé, Unilever y ConAgra. Esto trae fuertes implicaciones
para las economías de los países, modificando sus paisajes,
sus comunidades rurales y hasta los hábitos alimenticios de sus
sociedades.
No conforme con lo anterior, quiere
controlar también el agua, que es un elemento esencial para la
vida, pero también un recurso indispensable para la producción
agrícola. Así, con el control de las semillas y del agua
en el mundo, la empresa se asegura la producción completa de
la cadena alimenticia.
¿Cómo operan
las empresas como Monsanto?
Existe una concentración
vertical en el sistema agroalimentario que consiste en la formación
de bloques construidos por empresas e instituciones que se ubican en
una misma zona geográfica y que intervienen a lo largo de todas
las fases del proceso agroalimentario.
Por ejemplo, Cargill, el gigante
de los granos, fertilizantes y alimentos de ganado, se une con Monsanto,
el dueño de los transgénicos, y con Krohger para la distribución
al menudeo. Las empresas se unen para acaparar todo el proceso de los
alimentos, desde su producción hasta su distribución.
La fuerte integración vertical
de este sistema genera relaciones monopólicas que afectan la
autonomía del agricultor. La creciente dependencia a la provisión
de semillas, insumos y paquetes tecnológicos se ve acompañada
por una disminución en la capacidad de negociación del
agricultor. Como contrapartida, los grandes capitales agroindustriales
incrementan su rentabilidad imponiendo condiciones a lo largo de toda
la cadena agroalimentaria, desde el tipo de semilla, los precios, la
calidad del producto, su traslado y hasta su presentación.
El control corporativo es una de
las estrategias y objetivos principales de las transnacionales. Existen
solo un puñado de empresas que producen transgénicos y
Monsanto es la más grande de ellas, ya que es responsable del
mayor porcentaje de cultivos transgénicos en el mundo. Por primera
vez en la historia existe tal concentración, en términos
de una empresa que domina de esa forma un mercado tan fundamental para
la sociedad como es el rubro de los alimentos. En 1980 existían
en el mundo alrededor de 7 mil empresas semilleras para uso comercial;
desde hace una década, las empresas de punta en la producción
de agroquímicos, como Monsanto, Dupont y Bayer, comenzaron un
proceso acelerado de compra de compañías semilleras. De
este modo comenzaron a promover la venta de semillas transgénicas
y sus agrotóxicos en forma de paquete, ya que más de los
dos tercios de transgénicos en el mercado son resistentes a sus
agrotóxicos. Actualmente, las 10 empresas semilleras más
grandes acaparan el 55% de la venta de semillas de uso comercial. Monsanto
es la tercera empresa semillera más grande del mundo, a la vez
que ocupa el cuarto lugar en agroquímicos, pero es la primera
en cuanto a transgénicos.
La aceleración en la producción
de transgénicos es alarmante. En tan solo 20 años, desde
el año 1982 en que se creó la primera planta transgénica,
hasta el 2003, ya se había cultivado un área de 67,7 millones
de hectáreas sin conocer (a la fecha) las posibles consecuencias
sobre la salud y el medio ambiente.
Sólo 5 empresas controlan
el mercado de transgénicos en el mundo y de estas, la Compañía
Monsanto tiene más del 90% del mercado de las plantas transgénicas;
las otras cuatro empresas son Aventis, Syngenta (antes Novartis), BASF,
DuPont y Dow. Estas empresas también producen el 60% de los plaguicidas
y el 23% de las semillas comerciales que se venden en el mundo.
La mayoría de los transgénicos
están diseñados para que tengan que utilizar los agroquímicos
de la misma empresa que los produce. Así venden transgénicos
y agroquímicos, todo en el mismo paquete. Esto es un negocio
redondo.
Todo ello deriva en un modelo de
dependencia: las empresas transnacionales de los agronegocios como Monsanto
buscan generar lazos de dependencia con agricultores y campesinos. La
idea es que la venta de la semilla, para que obtenga el mejor resultado,
venga acompañada de todo un paquete tecnológico, que,
claro está, lo vende la misma empresa. El objetivo es obligar
a la gente a consumir lo que ellos producen.
De este modo, en una era donde la
agricultura ha devenido en agronegocio, cabe preguntarnos: ¿Por
qué estamos permitiendo que las decisiones fundamentales acerca
de nuestra tierra y alimentos no sean tomadas por los agricultores,
ni siquiera por los propios gobiernos, sino por transnacionales como
Monsanto? ¿Por qué dejamos la decisión acerca de
qué sembrar, cómo, y a quién venderlo en manos
de las empresas?
La Soberanía Alimentaria,
derecho fundamental de nuestros pueblos
El argumento principal de la Compañía
Monsanto para inundarnos de transgénicos es que logrando una
mayor producción de alimentos se va a acabar el hambre en el
mundo. Sin embargo, el problema de hambre no se debe a la falta de producción
de alimentos sino a la distribución inequitativa y la falta de
acceso a ellos. A pesar de que en el mundo hay suficientes alimentos
para todos y todas, la cifra total de personas que sufren hambre es
de aproximadamente 852 millones, de estos, 815 millones viven en los
países en desarrollo. La Soberanía Alimentaria es el derecho
de todos los pueblos, a controlar y decidir soberanamente sobre toda
la red alimenticia, desde la producción hasta el consumo, para
poder lograr la autosuficiencia alimentaria. Es el derecho a decidir
sobre los propios alimentos, de modo que sean apropiados a las circunstancias
exclusivas de un pueblo, en el sentido ecológico, social, económico
y cultural.
Para garantizar la soberanía
alimentaria, es necesario que haya una promoción y recuperación
de las prácticas y tecnologías tradicionales, que aseguren
la conservación de la biodiversidad y la protección de
la producción local y nacional.
Monsanto contra los campesinos
Monsanto es la principal productora
de semillas transgénicas en el mundo. Estas semillas tienen genes
patentados, esto quiere decir que los campesinos tienen que pagar a
la empresa cada vez que las siembran; en caso de que no le paguen, Monsanto
puede demandarlos por utilizar ilegalmente sus productos. Esto impide
que los campesinos puedan guardar las semillas para la siguiente cosecha
como se hace tradicionalmente en el campo mexicano, y en diversas partes
del mundo.
De este modo, Monsanto patenta la
vida, modifica genéticamente plantas y animales, fabrica virus
y bacterias y luego vende paquetes tecnológicos que tienen como
objetivo obligar a los campesinos de los países pobres a comprar
todos los años las semillas, y todo lo que se necesita para cuidarlas
y mantenerlas, principalmente los agroquímicos producidos por
la misma empresa. Así vemos que a la compañía Monsanto
no le interesa acabar con el hambre en el mundo, tampoco la salud humana
o el medio ambiente. A Monsanto el único beneficio que le interesa
es el suyo.
Maquinaria legal contra
campesinos
Algunos números nos ayudan
a entender el modus operandis de Monsanto en su arremetida contra los
campesinos:
500: número de campesinos
estadounidenses investigados anualmente por Monsanto.
10 millones de dólares: El presupuesto anual de Monsanto destinado
a investigar y procesar granjeros en Estados Unidos
3.052.800 dólares: la ganancia más grande registrado a
favor de Monsanto como resultado del juicio por la demanda a un granjero.
12 millones de dólares: la cantidad que obtuvo Monsanto hasta
el año 2005 por demandas a granjeros.
8 meses: La sentencia de prisión más larga, dada a un
granjero de Tennesse, condenado por violar un acuerdo con Monsanto.
EL CASO DE PERCY SCHMEISER
En 1998, Percy Schmiser, un agricultor
canadiense de 71 años de edad, recibió una demanda por
parte de la compañía Monsanto por "utilizar ilegalmente"
semillas de cánola de la empresa. El agricultor alegó
que su cultivo de cánola tradicional fue contaminado por cánola
transgénica que sembraron sus vecinos, él nunca compró
ni sembró semillas transgénicas de la empresa, pero esto
no sirvió para que la corte fallara en favor de la compañía
y el agricultor tuviera que pagar 153 mil dólares (un millón
600 mil pesos, aproximadamente) por daños a la empresa. Así,
muchos otros campesinos, principalmente en Estados Unidos, han recibido
demandas por parte de la empresa, con pocas posibilidades de ganar aunque
la razón esté de su lado.
Acerca de los organismos
genéticamente modificados
Los Organismos Genéticamente
Modificados (OGM), mejor conocidos como transgénicos, son seres
vivos creados artificialmente en laboratorios científicos, a
los que se le ha modificado la estructura genética. Los genes
son los que le dan a cada organismo ciertas características.
En las personas los genes nos dan el color de los ojos, de la piel,
ser altos o chaparros, etc. Lo que hace la ingeniería genética
es modificar estas características poniendo genes de un organismo
en otro para darle características que no podría tener
naturalmente. Así, por ejemplo, una planta de maíz transgénico
resistente a herbicidas fue modificada en su estructura para agregarle
el gen de una bacteria. A una planta común se le modifica para
que tenga características especiales que naturalmente no podría
tener.
Uno de los transgénicos mayormente
comercializados es el Maíz BT, que resulta de la unión
de un tipo de maíz con el gen de una bacteria llamada Bacillus
Thuringiensis (BT), un insecticida natural que se encuentra en la tierra.
Lo que resulta de esta unión es un maíz resistente a ciertos
insectos. Esa bacteria que había sido utilizada como insecticida
natural desde los años 20 ahora ha sido apropiada y patentada
por estas empresas. En los Estados Unidos, alrededor de 30% del maíz
es genéticamente modificado con el pesticida Bt y México
importa millones de toneladas de maíz de los Estados Unidos.
Empresas como Maseca usan este maíz para sus productos industriales.
¿Quién quiere
transgénicos y quien no?
La discusión sobre la creación
y uso de transgénicos está dividida en dos posturas opuestas:
La primera, de las corporaciones
y algunos investigadores promotores de los OGM, defienden la producción
y uso de transgénicos. Estos argumentan que la ingeniería
genética tiene beneficios como: mayor productividad, mejor calidad
de los productos, resistencia de las plantas a ataques de insectos,
disminución del uso de plaguicidas, y disminución de efectos
dañinos al medio ambiente así como el combate a la necesidad
mundial de alimentos. El segundo grupo (organizaciones ambientalistas,
ecologistas, sociales, ONG's, agricultores, indígenas, campesinos,
etc.) se oponen a la producción y uso de transgénicos,
entre sus argumentos destacan que:
El control de la producción
y distribución de productos agrícolas queda en manos de
unas cuantas empresas rompiéndose el equilibrio en el desarrollo
y procesamiento de nuestros alimentos y pone en riesgo la soberanía
alimentaria de los pueblos.
Rompe con tradiciones milenarias como guardar las semillas para el siguiente
ciclo agrícola. Debido a leyes impuestas por la Organización
Mundial del Comercio, que favorecen a estas empresas, las semillas transgénicas
no pueden guardarse, tienen que ser compradas nuevas semillas para el
siguiente ciclo. Para esto están promoviendo la tecnología
"terminator" (de la que hablaremos más adelante).
Nada comprueba que los OGM sean seguros para la salud humana y para
el medio ambiente, hay casos en los que se ha demostrado que los OGM
son dañinos para algunas especies. La biodiversidad se pone en
riesgo.
En muchos países no existen regulaciones que impidan a las empresas
experimentar e incluso producir OGM's, en muchos casos las empresas
lo hacen sin siquiera informar qué están haciendo y cuáles
podrían ser las consecuencias.
La sobreproducción de alimentos no acabará con el hambre
del mundo, sino su justa distribución.
Las siembras de transgénicos
contaminan las tradicionales sin que se pueda evitar.
México transgénico
En México, como en muchos
otros países del mundo, los productos transgénicos también
nos invaden. Desde 1982 hasta el año 2000, nuestro gobierno había
otorgado 151 permisos a empresas e instituciones para el cultivo de
transgénicos. De esto, la población no ha sido consultada
en ningún momento.
Los transgénicos están
en nuestro campo y en nuestros platos, y muchas veces ni siquiera lo
sabemos. La superficie aproximada en la que se ha dado autorización
de sembrar o experimentar con transgénicos es de 153,000 hectáreas.
Sin embargo, tenemos que tomar en cuenta que la mayor parte de los campos
de México todavía están libres de transgénicos
y eso hay que seguirlo defendiendo, no permitiendo la entrada de más
transgénicos que contaminen nuestras tierras y cultivos y eliminando
los que ya existen.
De los 32 estados de la República,
en 21 se ha encontrado presencia de transgénicos, Los cultivos
encontrados hasta ahora son: soya, papaya, plátano, piña,
tabaco, algodón, calabacita, papa, alfalfa, trigo, clavel, maíz,
chile, tomate, jitomate, cánola, melón, cártamo,
arroz, entre otros...
EL MAÍZ MEXICANO
México es centro y origen
del maíz. En este país se albergan más de 40 complejos
raciales y miles de variedades de maíces criollos. Por otro lado,
el maíz es la base de la alimentación de la mayoría
de los mexicanos.
Después de miles de años,
por medio de la agricultura tradicional, el maíz en México
ha logrado adaptarse frente a plagas, temperaturas y suelos muy diversos.
Gracias al trabajo de campesinos, indígenas principalmente, el
maíz no sólo se ha conservado sino que ha sido mejorado
con métodos tradicionales que van pasando de generación
en generación a partir de los conocimientos ancestrales de los
agricultores. Esta herencia está en riesgo de desaparecer si
el maíz transgénico sigue contaminando los cultivos tradicionales.
Esto ya está ocurriendo en algunas regiones del país como
Chihuahua, Morelos, Durango, Estado de México, San Luis Potosí,
Puebla, Oaxaca, Tlaxcala y Veracruz y de no frenarse esta contaminación
podría extenderse a otras regiones de México.
Desde principios de los años
90 se ha implementado una política de importación que
favorece a las grandes empresas como Monsanto en vez de los campesinos
y agricultores que buscan beneficios de la producción local.
Desde la firma del Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN), en México se ha
dado un proceso de desmantelamiento de la producción nacional
y abandono del campo. De este modo, el mercado interno fue dejado en
manos de empresas privadas: las transnacionales de los alimentos irrumpieron
en México para actuar en conjunto con semilleras, distribuidoras
y procesadoras y así tener todo el control corporativo. Los 2
grupos corporativos principales que fueron formados son: Cargill-Monsanto
y ADM-Novartis-Maseca.
Hoy en día en México
se importan 6 millones de toneladas de maíz al año.
Desde la entrada en vigor del TLCAN,
las importaciones de maíz provenientes de Estados Unidos se multiplicaron
15 veces. El 25% del maíz consumido en México es de procedencia
estadounidense.
Contaminación transgénica
Con la firma del TLCAN en 1994,
el mercado mexicano se ha visto invadido por maíz estadounidense,
en su mayoría transgénico. El maíz transgénico
entra a México mezclado con maíz criollo sin que pueda
notarse la diferencia a simple vista. Muchas veces los campesinos, sin
saberlo, siembran los granos transgénicos que les llegan desde
Estados Unidos a través de programas de abastecimiento de alimentos
básicos como Diconsa, provocando la propagación desmesurada
de transgénicos. Con la importación legal y autorizada
de granos de Estados Unidos, la introducción de maíz transgénico
a México se ha dado en total ausencia de procesos formales de
información a la sociedad civil y consentimiento al interior
de las comunidades rurales. La transnacional Monsanto es propietaria
de la mayoría de las variedades transgénicas de maíz
que entran a nuestro país desde Estados Unidos sin ninguna vigilancia.
Es decir que Monsanto es responsable mayoritario de la contaminación
genética de nuestro maíz.
Esta contaminación es intencional
ya que se busca preparar el terreno para la futura siembra comercial
del maíz transgénico que las transnacionales tanto persiguen.
Este fenómeno no es nuevo: Monsanto está involucrada en
escándalos de contaminación transgénica antes que
el caso mexicano: por ejemplo, en Grecia, con la contaminación
de semillas de algodón en 2000, y en Canadá con la cánola
en 1998.
LA TECNOLOGÍA TERMINATOR
Terminator es el nombre con el que
se conoce a la Tecnología de Restricción del Uso Genético.
Es una creación más de Monsanto que se refiere a las plantas
modificadas genéticamente que producen semillas estériles,
esto es que no pueden ser reutilizadas para el siguiente ciclo de cultivo.
Con esto se obliga a los agricultores a comprar las semillas nuevamente
para el siguiente ciclo agrícola y los imposibilita de utilizar
su propia cosecha para sembrarla. Las compañías que producen
y promueven esta tecnología aseguran que la Tecnología
Terminator acabará con la contaminación transgénica,
sin embargo, algunos investigadores aseguran que si esta tecnología
se introduce, contaminará las cosechas. Además, esta es
una amenaza real para el 80% de agricultores que tradicionalmente, guardan
su semilla para reutilizarla. Hasta ahora, la tecnología Terminator
ha sido bloqueada gracias a las protestas internacionales de diversos
grupos. Ahora se intenta una prohibición internacional para su
producción y distribución.
LOS AGROTÓXICOS,
ASESINOS SILENCIOSOS
Debido a que las variedades transgénicas
son más resistentes a herbicidas e insecticidas, hay que usar
una cantidad mayor de agroquímicos. La fertilidad de los suelos
disminuye con el uso masivo de agroquímicos, entonces hay que
usar más fertilizantes. Se trata, pues, de un efecto en cadena
que soluciona muy poco y, en cambio, deriva en una mayor contaminación
del agua, los suelos y nuestro medio ambiente.
Según la FAO, los plaguicidas
son causantes de más de 20 mil muertes accidentales al año.
Las malas condiciones en las que trabajan la mayoría de los campesinos
en Latinoamérica los expone, aún más, a los daños
de los agroquímicos, muchos no cuentan con el equipo necesario
para evitar el contacto de los productos en su piel, otros no saben
leer los rótulos con las instrucciones de aplicación de
los mismos; y nada pueden hacer cuando sus comunidades, casas y familias
son rociados por la lluvia fumigadora de los aviones.
Roundup es el agrotóxico
más vendido en el mundo, se trata de un herbicida que contiene
Glifosato, comercializado por Monsanto. En México se conoce como
Rival, Faena y Ranger. Este agroquímico está siendo utilizado
en muchos campos de nuestro país y en muchas otras partes del
mundo causando graves daños en la salud de quienes están
en contacto con él.
BIOCOMBUSTIBLES: COMESTIBLES CONVERTIDOS EN COMBUSTIBLES
Existe una campaña a nivel
mundial de empresas y gobiernos que presentan a los biocombustibles
como alternativa al consumo de petróleo y solución para
problemas como el calentamiento global. Sin embargo hay una lógica
comercial por detrás: las transnacionales de los transgénicos
ven esto como una excelente oportunidad para aumentar sus ganancias
y justificar el uso de transgénicos en nombre de un supuesto
mejoramiento ambiental.
Empresas como Monsanto y Cargill
se están avocando cada vez más a la producción
de un tipo de biocombustible, el etanol, fabricado con maíz.
De esta forma se está dedicando más terreno para la siembra
de maíz amarillo para producir etanol que para maíz blanco,
base de la dieta mexicana y con el que se hace la harina, elevando mucho
el precio de las tortillas. Expertos señalan que el auge de los
biocombustibles puede derivar en un aumento de los precios de alimentos,
lo cual es sinónimo de más hambre para muchos. La cantidad
de granos que se necesita para llenar el tanque de una camioneta con
etanol es suficiente para alimentar a una persona durante un año.
De esta forma, la producción de etanol a partir del maíz
atenta de forma directa contra la soberanía alimentaria, al tratarse
de un alimento básico para el pueblo mexicano.
Además, hay investigaciones
que demuestran que el ciclo completo de producción de biocombustibles
deja un saldo negativo en varios aspectos. En primer lugar, se necesitan
grandes extensiones de tierra, lo cual eleva los índices de deforestación.
Segundo, se utiliza mayor cantidad de agroquímicos, lo cual se
traduce en una mayor erosión y contaminación de suelos
y aguas. Tercero, además del gasto en combustibles que el proceso
requiere, se necesitan grandes cantidades de agua: para producir un
litro de etanol a base de maíz, se necesitan de 1.200 a 3.600
litros de agua. Por último, las grandes extensiones de tierra
dedicadas a monocultivos para la producción de biocombustibles
irremediablemente entran en disputa con aquellas destinadas al cultivo
de alimentos, lo cual representa un grave riesgo para la soberanía
alimentaria.
ALGUNOS CASOS EN SUDAMÉRICA
En los alrededores de la ciudad
argentina de Córdoba, existe un barrio llamado Ituazingó
Anexo cuyos pobladores sufren hace años la condena de los plaguicidas.
Al estar cercado por plantaciones de soya, la población sufre
de una lluvia continua de agrotóxicos que ha derivado en enfermedad
y muerte. Entre sus 500 habitantes han aparecido múltiples casos
de cáncer, leucemia y malformaciones congénitas. Los productores
de soya realizan fumigaciones aéreas y terrestres de agroquímicos
como glifosato o endosulfan, las cuales afectan directamente a los pobladores.
Esta situación se repite en varios poblados de Córdoba,
por lo cual se ha formado la Asamblea de Pueblos Fumigados y Desalojados,
integrada por aquellos pobladores que por el avance de los monocultivos
se ven afectados tanto por las fumigaciones como por los desalojos de
familias campesinas. Argentina es el tercer productor mundial de soya
después de Brasil y Estados Unidos. Casi el cien por ciento de
la soya que se siembra es transgénica y propiedad de Monsanto.
En la frontera entre Ecuador y Colombia,
las fumigaciones aéreas financiadas por Estados Unidos, con el
pretexto de la lucha contra las drogas, han dañado severamente
el ADN de la población local, lo cual puede activar el desarrollo
de cáncer y otras enfermedades, siendo que las investigaciones
que ha promovido Monsanto y los informes de altos funcionarios de salud
y ambiente están dirigidos a presentar la baja toxicidad del
glifosato. De esta forma, el Estado, de la mano de Monsanto, está
atentando contra la salud pública y el medio ambiente a través
de su "Plan para la paz, la prosperidad y el fortalecimiento del
Estado" o Plan Colombia. Desplazamientos, contaminación
de alimentos, de suelos, aguas, de flora y fauna, destrucción
de bosques nativos, enfermedad para las poblaciones: todo ello constituye
un atentado contra la vida de los pobladores de Colombia y Ecuador.
En Paraguay, el modelo de la soya
transgénica representa muerte y destrucción. En el año
2003, murió Silvino Talavera, de 11 años de edad, luego
de ser rociado por un vecino que fumigaba su campo. Las investigaciones
científicas demostraron su muerte se dio por intoxicación
con los agrotóxicos que usaban los soyeros, Roundup y Cipermetrin.
En pocos años, Paraguay se ha convertido en el tercer exportador
y el cuarto productor mundial de soja. El 85% de las semillas plantadas
en este país pertenecen a Monsanto.
RESISTENCIA: LOS PUEBLOS
DEL MUNDO DICEN NO A LOS TRANSGÉNICOS
En la India, entre 1993 y 2006 alrededor
de 150.000 campesinos se suicidaron. El modelo agrícola del algodón
transgénico que Monsanto les impuso los endeudó y los
hundió en una crisis económica, social y ambiental. En
1998 se lanzó la campaña "Monsanto sal de la India",
con la que 10.000 personas enviaron mensajes a la empresa pidiéndole
que salga del país. Ese mismo año, una alianza de organizaciones
campesinas quemaron los campos experimentales donde Monsanto probaba
su algodón transgénico.
En México, la campaña
"Sin Maíz no hay País" rechaza firmemente al
maíz transgénico, y aboga por la defensa del campo mexicano,
la protección del maíz mexicano, la soberanía alimentaria
y la reactivación del campo mexicano.
En Colombia, la Asociación
Campesina del Valle del río Cimitarra, lanzó la campaña
"Monsanto Mata", en denuncia del herbicida glifosato con el
cual se fumigan las zonas rurales colombianas desde el inicio del Plan
Colombia. Se propone el boicot a los productos de Monsanto, la formación
y capacitación en cuanto a alternativas, y acciones concretas.
La "Red por una América
Latina Libre de Transgénicos", lanzó una campaña
para que se declare a la región Andina, centro de origen de la
papa, libre de la papa transgénica. Cuando se solicitó
la realización de pruebas con papa transgénica en Bolivia,
los campesinos se opusieron con firmeza amenazando destruir las pruebas
de campo. En 2000, se decidió retirar el proyecto de pruebas
debido a la oposición que había generado.
"Terminar Terminator",
la campaña que lucha contra esta tecnología suicida, se
ha reactivado en Latinoamérica, organizando una gran movilización
para la COP 9 en Alemania para que se mantenga la moratoria sobre las
semillas Terminator y a la vez se establezcan prohibiciones nacionales
a esta tecnología.
La "Campaña por un Brasil
Libre de Transgénicos" viene luchando hace años contra
la liberalización de cultivos transgénicos en Brasil.
Se constituye de una red de organizaciones civiles y movimientos populares
que buscan fomentar un debate amplio y democrático acerca de
los transgénicos en la sociedad, lo cual todavía no se
ha dado en Brasil.
En fin, son muchas las organizaciones
que se han levantado en defensa de sus derechos, sus tierras y recursos,
frente al avance de los transgénicos y los atropellos de empresas
como Monsanto. Las consecuencias destructivas del modelo de agronegocios
que defiende Monsanto ya son visibles y amenazan con seguir avanzando
a costa del quebrantamiento de nuestros derechos sociales y ambientales.
En una era donde todo parece globalizarse,
la alimentación de un pueblo es y seguirá siendo una cuestión
local, vinculada a su cultura, su identidad y sus modos de producción.
Vivimos bajo un sistema donde el
alimento ha devenido mercancía y las empresas como Monsanto han
rebasado el límite de su ambición queriendo privatizar
hasta la vida misma. Hoy en día, la alimentación se ha
convertido en un arma peligrosa que las grandes potencias económicas
y sus transnacionales están utilizando para tener bajo control
a pueblos y naciones.
Frente a un modelo que pretende
subordinar algo tan vital para la vida, como es la agricultura, a los
capitales internacionales, nos urge dar batalla y hacer frente para
defender nuestro patrimonio y nuestros derechos. Por eso, queremos hacer
un llamado a toda la sociedad para informarnos y conformar redes de
concientización acerca de la verdad y gravedad de los hechos.
Preservar el maíz criollo y defender el campo mexicano es proteger
la identidad, el alimento, la cultura y el futuro de todos y todas.
www.ecoportal.net
LIGAS DE CAMPAÑAS
EN EL MUNDO:
Campaña Terminar Terminator
http://www.banterminator.org <http://www.banterminator.org>
Campaña Sin Maíz No Hay País http://www.sinmaiznohaypais.org
<http://www.sinmaiznohaypais.org>
Campaña "Millones Contra Monsanto" (Estados Unidos)
http://www.organicconsumers.org/monlink.htm <http://www.organicconsumers.org/monlink.htm>
Campaña "Soya para Hoy Hambre para Mañana" (Argentina)
http://www.sojahambre.blogspot.com <http://www.sojahambre.blogspot.com>
Red por una América Latina Libre de Transgénicos www.rallt.org
REFERENCIAS
Biodiversidad en América
Latina: http://www.biodiversidadla.org <http://www.biodiversidadla.org>
Campaña Sin Maíz no hay País: http://www.sinmaiznohaypais.org
<http://www.sinmaiznohaypais.org>
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The Ecologist: http://www.theecologist.net/ <http://www.theecologist.net/>
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