Etiquetame
con “T”
A
partir de este año, los alimentos de origen transgénico
serán identificados con una T negra sobre un triángulo
amarillo en su etiqueta, igual a la que se usa en Brasil y que se puede
ver en comida para mascotas importada de este país. El Decreto
34.901, aprobado a fines de 2013 por la Junta Departamental de Montevideo,
así como su reglamentación de 2014, rigen a partir del
1º de enero de 2015 y establecen la obligatoriedad del etiquetado
de alimentos para consumo humano que contengan organismos genéticamente
modificados y se comercialicen en Montevideo, sean nacionales o importados.
La
norma establece un mínimo de 1% de contenido transgénico
de cada ingrediente individual, límite que considera los casos
de contaminación accidental o técnicamente inevitables.
Se excluyen los alimentos que se sirven en restaurantes o que no requieren
rotulación, y aquellos en los que únicamente se usan microorganismos
o enzimas modificados genéticamente para su elaboración.
La Intendencia de Montevideo (IM) ya implementó las técnicas
analíticas para su control, actividad realizada con el apoyo
de la Sección Bioquímica de la Facultad de Ciencias (Universidad
de la República).
Actualmente,
el etiquetado de alimentos que contienen transgénicos es obligatorio
en 64 países, incluyendo Australia, Bolivia, Brasil, China, Ecuador,
Japón, Perú, Rusia, la Unión Europea y varios de
Asia y África. En Uruguay, la implementación del decreto
será gradual, a medida que las empresas vayan adaptando sus etiquetas.
Los costos del etiquetado corren por cuenta de éstas y se prevén
sanciones cuya definición está en estudio.
Desde
1996 se cultivan vegetales transgénicos en Uruguay. Son plantas
modificadas genéticamente con el fin de proporcionarles alguna
característica favorable para su producción (lo que se
conoce como evento transgénico). Segmentos de ADN encontrados
naturalmente en microorganismos son introducidos por ingeniería
genética en una célula vegetal.
Las
dos especies transgénicas que se cultivan en nuestro país
son la soja y el maíz. Inicialmente, la soja se hizo tolerante
al herbicida glifosato, facilitando el manejo del cultivo y el control
de malezas (soja RR -Roundup Ready- de Monsanto). La soja es actualmente
el principal cultivo agrícola del país, la superficie
en que se cultiva pasó de 12.000 a 1.050.000 hectáreas
en los últimos 12 años, y prácticamente sólo
se producen variedades transgénicas. Al maíz se le confirió
resistencia al ataque de insectos para controlar larvas de lepidópteros
como la lagarta (maíz Bt, capaz de producir una proteína
insecticida de la bacteria Bacillus thuringiensis). En Uruguay se siembran
más de 120.000 hectáreas de maíz y se estima que
75% corresponde a variedades transgénicas.
Actualmente,
están aprobadas para su cultivo en Uruguay cuatro variedades
de soja y diez de maíz, con eventos simples o apilados, que además
de los mencionados pueden incluir tolerancia a otros herbicidas, comercializados
por cinco empresas multinacionales (Monsanto, Syngenta, Basf, Bayer,
Pioneer y Dow). Globalmente, 90% de los transgénicos se producen
en Argentina, Brasil, Canadá, India y Estados Unidos. Uruguay
está cuarto en Sudamérica y décimo en el mundo
respecto del área de siembra de estos cultivos.
Si
bien las técnicas de biología molecular empleadas para
la generación de transgénicos son precisas y se mejoran
constantemente, es muy difícil determinar cómo serán
bioquímica y fisiológicamente estas nuevas variedades
vegetales. Más difícil aun es conocer sus efectos en el
ambiente donde se cultivan o las consecuencias cuando son consumidas
como alimento. Estas evaluaciones son realizadas por las empresas que
las comercializan y presentadas para su autorización a la autoridad
reguladora correspondiente, que en nuestro país es el Gabinete
de Bioseguridad, integrado por seis ministerios.
Hay
pocas evaluaciones independientes de los efectos del consumo de alimentos
que contienen transgénicos, pero en algunos casos los resultados
cuestionan su inocuidad en términos de salud. Investigaciones
en animales de laboratorio reportan efectos toxicológicos en
hígado y riñones, y otros patológicos, como aumento
de la incidencia de tumores. En seres humanos los conocimientos son
escasos, y se enfocan a posibles alergias y problemas de digestión.
Estos
estudios han sido sistemáticamente criticados por distintas razones,
entre ellas la mala elección de los animales para experimentos,
errores estadísticos, la corta duración de las investigaciones
o la vinculación de los investigadores con partes interesadas.
Se necesitan evaluaciones independientes, completas y a largo plazo,
como el proyecto recientemente lanzado Factor GMO, que pretende estudiar
de dos a tres años el efecto de una variedad de maíz GM
resistente al glifosato, a fin de intentar responder si es seguro para
la salud humana el consumo de este alimento y su herbicida asociado.
Los
efectos ambientales de la intensificación agrícola que
involucra esta tecnología incluyen impactos sobre la biodiversidad,
repercusión a nivel de la apicultura, generación de resistencia
en malezas e insectos que se quieren combatir y uso incrementado de
herbicidas, principalmente glifosato. Este compuesto inicialmente fue
declarado inocuo y no bioacumulable (que no se acumula en tejidos de
seres vivos). Estudios recientes indican que produce malformaciones
en embriones de vertebrados, y se detectó su presencia en granos
de soja y en muestras de orina y leche materna en humanos. En el maíz,
por su forma de reproducción, puede darse el cruzamiento entre
variedades, aun cuando se cultivan a distancia, y eso problematiza la
coexistencia de cultivos transgénicos y orgánicos.
Entre
los aspectos socioeconómicos relacionados con la expansión
del monocultivo de soja, preocupan especialmente la concentración
de la tenencia de la tierra y de los pasos siguientes en la producción,
y el cambio en la estructura agraria con disminución de los pequeños
productores.
Según
las autoridades que promovieron la normativa uruguaya, su fundamentación
se basa en el derecho del consumidor al acceso a la información,
y no pretende ser una advertencia sobre la posibilidad de riesgos asociados
con los alimentos transgénicos. Es un tema de debate a nivel
mundial, pero no tanto en Uruguay, algo que fomentará esta etiqueta,
permitiendo al consumidor elegir con conocimiento. Además, dada
la falta de certezas, el etiquetado permitirá realizar el seguimiento
de los efectos que puedan producir los alimentos que contengan transgénicos
en la salud humana o el ambiente después de su comercialización.
Dada
la predominancia de los cultivos transgénicos en toda la región,
es esperable que muchos alimentos que contienen maíz o soja deban
ser etiquetados. Derivados de estos vegetales como harinas, aceites,
almidón de maíz, lecitina de soja y jarabe de maíz
de alta fructosa (JMAF) son utilizados en muchos alimentos procesados,
como snacks cereales para el desayuno, masas, galletas, postres, golosinas,
mayonesas, sopas, salsas, hamburguesas de carne, quesos, alimentos para
bebé y refrescos.
En
Estados Unidos se estima que 80% de los alimentos procesados tiene ingredientes
transgénicos, pero ese país no cuenta con etiquetado,
a pesar que varios estados lo han promovido y de la promesa electoral
que realizó Barack Obama en 2007. En Uruguay, el proyecto de
etiquetado fue presentado a la Comisión de Salud de Diputados
a mediados de 2013, con la intención de aplicarlo en todo el
país e incluyendo también el alimento para ganado. La
iniciativa fue recibida con interés por los integrantes de la
comisión y quedó a estudio. Permitiría colocar
a los transgénicos en el tapete y promover el acceso a información
para que los consumidores elijan libremente de acuerdo a sus principios
e intereses, sabiendo las incertidumbres que existen y el modelo productivo
que sustentan.
Las
organizaciones de la sociedad civil comprometidas con el tema que han
impulsado esta propuesta y el debate al respecto, así como la
academia y las autoridades vinculadas con la temática, tendrán
que jugar un papel importante en este sentido, aportando la información
necesaria.
Natalia
Bajsa
La Diaria, 29 de
enero de 2015.
http://ladiaria.com.uy/articulo/2015/1/etiquetame-con-t/