La promoción de los
transgénicos
por Silvia Ribeiro*
La jornada, México D.F. Martes 12 de octubre de
2004
Como una bofetada para los millones de
campesinos del mundo, el Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz
y el Trigo (CIMMYT) acaba de anunciar públicamente que no sólo
seguirá con el desarrollo de trigo transgénico, sino también
con el de maíz, a espaldas de las fuertes críticas emitidas
en todo el mundo contra este tipo de cultivos, incluyendo
las actitudes de
este centro internacional en el tema de la contaminación del
maíz campesino en México.
Parece una provocación deliberada,
''a tiempo'' para la próxima reunión que se celebrará
en México del Grupo Consultivo Internacional de Investigación
Agrícola (CGIAR, por sus siglas en inglés), entre el 25
y 29 de octubre, y deja en claro lo poco que le importa la opinión
de miles de organizaciones campesinas y de la sociedad civil que los
cuestiona.
Se suma así al coro de institucions
internacionales, como la Organización para la Agricultura y la
Alimentación (FAO), que le hace el trabajo sucio de lavar la
cara a las cinco multinacionales que dominan el negocio de los transgénicos
en el mundo. No es demasiado sorprendente, si se tienen en cuenta los
orígenes del CIMMYT y la estrecha relación que históricamente
ha mantenido tanto con agencias del gobierno de Estados Unidos, como
con la industria agrobiotecnológica. Por ejemplo, en su propio
consejo de directores hay un representante de la Fundación Novartis,
institución ''de investigación'' de una de esas cinco
multinacionales.
El anuncio viene envuelto en una serie
de datos falsos o parciales y justificaciones como las ya gastadas de
''alimentar a los pobres'' y de que ''no existen tecnologías
sin riesgo'', formuladas ahora en el documento "Principios directrices
para el desarrollo y distribución de variedades maíz y
trigo genéticamente modificados".
Si alguien tuviera dudas, el documento
aclara que el CIMMYT ''tiene elcompromiso
de complementar la investigación del sector privado para que
esas tecnologías puedan llegar a los campesinos pobres y los
consumidores desnutridos''. Que estos mismos rechazan enérgicamente
el maíz y el trigo transgénicos, o las muchas alternativas
que proponen sin tecnologías riesgosas ni patentadas por las
multinacionales de ese ''sector privado'', no lo toma en cuenta.
El CIMMYT integra la red CGIAR junto a
otros 17 centros de investigación agrícola pública
internacional. Basan sus investigaciones en las más de 600 mil
muestras de variedades de cultivos básicos que han recolectado
de campesinos en todo el mundo y que tienen en sus bancos de genes.
Se deben, por tanto, de hecho y de derecho, a los campesinos que produjeron
esa enorme riqueza para la alimentación de toda la humanidad.
Por el contrario, el CGIAR ha sido históricamente
el promotor por excelencia de la llamada ''revolución verde'',
que incentivó el uso de paquetes de alta tecnología para
el campo (semillas híbridas que no pueden reproducirse por los
propios campesinos; mecanización de las tareas agrícolas
con gran demanda de capital; fuerte impacto en los suelos y reducción
de mano
de obra; uso intensivo de agrotóxicos que han dejado un saldo
terrible de contaminación de suelos, cuencas y personas).
El argumento de la revolución verde
fue, igual que ahora con la biotecnología, ''terminar con el
hambre en el mundo'', cosa que no lograron. Al contrario, el número
de personas con hambre y campesinos desplazados aumentó en las
mismas décadas. Actualmente existe suficiente volumen de producción
agrícola para alimentar -incluso para hacer obesa- a toda la
población mundial, pero mil millones de personas sufren hambre.
Es claro que no se trata de un problema
tecnológico, sino de acceso y distribución de los recursos
y los medios para producir. Los paquetes tecnológicos han empeorado
esa situación. Esto ha sido una crítica permanente de
la sociedad civil al sistema CGIAR, incluido el CIMMYT. La
promoción y justificación de los transgénicos parte
de ese mismo enfoque tecnológico estrecho que sólo favorece
a la agricultura industrial y a las grandes empresa que lucran con ella.
En el caso del
CIMMYT es aún más grave porque tiene su sede en México,
centro de origen del maíz, pero se ha dedicado a ignorar las
demandas de los campesinos mexicanos que consideran los transgénicos
y la contaminación transgénica como uno de los ataques
más graves a las culturas, las economías y la vida campesinas.
Todo esto será un tema obvio en
el Foro Campesino por las Semillas y la Vida y otras actividades donde
organizaciones campesinas, indígenas y de la sociedad civil se
expresarán paralelamente a la próxima reunión del
CGIAR. También en ocasión del Día Mundial de la
Alimentación (16 de octubre), la red internacional Vía
Campesina, junto con otras
organizaciones, llama a un día de protesta en todo el mundo contra
los transgénicos y por la soberanía alimentaria, particularmente
en respuesta al informe de la FAO que hace propaganda a favor de los
transgénicos. Con este anuncio, el CIMMYT se ha ganado su puesto
entre las instituciones que serán denunciadas en esas jornadas.
* Investigadora del Grupo ETC
www.etcgroup.org