El río expulsa una pequeñísima parte de su contaminación

Soy corredora desde hace más de una década, disfruto de la naturaleza al máximo y me considero parte de ella. Los domingos cuando no compito, corro 15k en las playas de Montevideo sobre el Río de la Plata.

Este domingo recién pasado, me enfrenté con algo muy diferente de lo habitual, comenzaba a correr por playa Malvín, que supo ser «una especie de desierto, un páramo de arena salpicado por médanos, algunos de los cuales tenían una altura de 20 metros o más”. Ahora es una playa que convoca a toda la familia; desde allí se divisa la Isla de las Gaviotas, una formación rocosa que da un encanto especial al paisaje.

En la playa me encontré con enormes cantidades de residuos básicamente de plásticos, resultado de intensas lluvias del día anterior y fuertes vientos, el Río de la Plata, el más ancho del mundo formado por la unión de los ríos Paraná y Uruguay,  y desemboca en el Atlántico sur, solo expulsó y se desprendió lo que  sus aguas contienen, basura plástica.

La mayor parte de los desperdicios se hallaban bien localizados en una pequeña bahía acompañada de una formación rocosa, sin embargo, también estaban esparcidos por toda la playa, en una longitud de casi dos kilómetros de largo.  Lamentablemente esta realidad que me tocó presenciar se repite a las orillas de los ríos, arroyos y mares de todo el mundo, lo que tienen en común es el lugar donde se alojan los desechos, todos con las mismas características, en bahías ya sea de mar o en este caso de río.

Observar la cantidad de plásticos y basura expulsada por el río, ha sido un episodio concreto, y una pequeña muestra de todo el plástico acumulado que hay en el agua. De acuerdo la Universidad de California resultado de más de seis décadas de vertidos al océano procedentes, sobre todo, de tierra firme y del tráfico marítimo, se ha detectado islas de plásticos en todo el mundo.  En todos estos años hemos puesto en circulación 8.300 millones de toneladas de este plástico a nivel global.  Algunos barcos han ido en busca de ese plástico, a pesar de ello la acumulación es más rápida que tratar de extraerlo, y ni de hablar de los impactos causado en los ecosistemas marinos. Por otro lado, lo extraído de los mares, cabe preguntarse, qué se hace con ello, el reciclaje no es la solución, y la gran mayoría de los residuos terminan en vertederos o rellenos municipales.

¿Los consumidores tenemos alguna responsabilidad de esta contaminación? ¿Podemos elegir que queremos consumir?

Cual sea las respuestas, se dice que: “Tus derechos terminan donde empiezan los derechos de los demás” regla general para poder vivir plenamente todos los derechos humanos.

El consumo excesivo e innecesario nos lleva a pasos agigantados a no dejar naturaleza viva. ¿Tenemos derecho de llevarnos por delante los Derechos de la Naturaleza?

Si lo hacemos, nos llevamos nuestras vidas por delante también, destruyéndonos poco a poco.  La naturaleza no nos pertenece, la tomamos prestada de las futuras generaciones. Si no apostamos a un cambio de paradigma, solo lograremos crear y dejar como legado de nuestro pasado por la Tierra, montañas e islas de plásticos, muy distinto a lo que nos dejaron los pueblos con sus pirámides y monumentos de piedras alrededor del mundo.

María Isabel Cárcamo

4 de marzo 2024