La
solución inestable del "Chernóbil uruguayo"
A
menos de un año de ser construido, el cerco para impedir el
acceso de personas y animales a un área contaminada con mercurio
por la planta de Efice estaba roto y vencido por las mareas.
El jueves 9 de mayo se realizó la interpelación a la
ministra de Medio Ambiente, Eneida De León, y al presidente
de OSE, Milton Machado, sobre el estado de los recursos hídricos,
el consumo de agua y el proceso de potabilización. El diputado
convocante, el colorado Germán Cardoso, confesó su sorpresa
al saber que una parte del territorio nacional ha sido vedada para
personas y animales, zona que denominó el "Chernóbil
uruguayo".
Con ese nombre Cardozo aludió a la explosión en 1986
de la planta nuclear de la ex-Unión Soviética en la
localidad de Chernóbil, considerada junto con el accidente
de Fukushima, en Japón en 2011, como los más graves
en la Escala Internacional de Accidentes Nucleares. Tras el accidente
en Chernóbil, se evacuó completamente y se aisló
un área de 30 kilómetros de radio alrededor de la central,
que sigue vigente.
¿Qué
relación puede tener esta situación con nuestro país?
El interpelante se refería a la planta de Efice S.A. que ha
provisto en forma casi exclusiva a OSE de los insumos básicos
para la potabilización del agua: cloro, soda cáustica
e hipoclorito de sodio.
La tecnología en base a mercurio utilizada por esta industria
se ha vuelto un problema para el país al generar un pasivo
ambiental prácticamente irrecuperable.
En
unas tres hectáreas vecinas de esa planta industrial, a la
izquierda de la Ruta 1 en dirección a Colonia, a la altura
del quilómetro 25, Efice debió construir un cerco para
aislar la contaminación generada. En esa zona se han registrado
entre 15 y 65 miligramos de mercurio por quilo en el suelo como consecuencia
del vertido directo, a lo largo de más de 30 años, de
los efluentes derivados de la producción de cloro-soda.
En
junio de 2016, la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama)
ordenó a Efice la construcción del cerco, pero las dilatorias
de la empresa hicieron que el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento
Territorial y Medio Ambiente (Mvotma) tuviera que amenazar en enero
de 2017 con el cierre de la planta industrial si no lo hacía.
Al final, luego de nuevas intimaciones, Efice comunicó formalmente
la conclusión de las obras el 13 de diciembre de ese año.
Según
el director de la Dinama, Alejandro Nario, esta debía ser una
primera medida de protección, sobre todo para las 80 personas
(entre junqueros, pescadores y vecinos) que frecuentaban el lugar.
La inestabilidad de la acción propuesta se evidenciaba al tratarse
solo de un vallado con malla de alambre y además porque gran
parte del área es inundable por integrar el humedal de la desembocadura
del río Santa Lucía.
Sin
llegar al año de vida útil, el 11 de setiembre de 2018,
una inspección de la Dinama comprobó roturas en todo
el perímetro del cerco, pilares removidos en sus cimientos
e inclinados junto con el tejido por las mareas que crecen hasta sobrepasar
el cerco y la acumulación de resaca por el lado que da hacia
el Río de la Plata, mientras que la vegetación del humedal
había levantado el cerco en otros lugares.
La
autoridad ambiental le dio a Efice un plazo de 90 días para
realizar las reparaciones y correcciones constructivas necesarias,
incluyendo el mantenimiento de una franja de un metro de ancho libre
de malezas a ambos lados del cerco. El 24 de enero de este año,
la empresa informó que había realizado esos trabajos,
pero el corte del juncal y las condiciones del lugar deberán
ser revisadas cada dos meses.
"Entiéndase
que el mismo seguramente permanecerá por varios años",
expresaba la comunicación de los técnicos de la Dinama
a Efice revelando que las expectativas del organismo con respecto
a la duración de la medida no son transitorias.
Pero
más allá de las limitaciones de la solución adoptada
para evitar los efectos de la contaminación en la zona excluida,
el problema mayor es la planta de Efice que sigue produciendo con
una tecnología obsoleta basada en el mercurio. Con más
de 30 años desde la última ampliación a las 22
celdas electrolíticas en funcionamiento, esa planta es la mayor
fuente de emisiones y de desechos de mercurio del país.
Víctor
L. Bacchetta