Una
guerra comercial en la industria del cloro desnuda prácticas
monopólicas
La competencia
desatada en la industria del cloro y de la soda genera fuertes bajas
en los precios y una de las empresas corre el riesgo de perder privilegios
mantenidos durante décadas
Hay dos cuestiones fundamentales en juego con la producción y
venta de cloro, soda cáustica y sus derivados. Una es la importancia
de estos productos para la potabilización del agua y la higiene
general de la población. Y la otra es el impacto ambiental de
los residuos de mercurio o asbesto de la electrolisis para producirlos.
Los graves accidentes ocurridos con el mercurio y el surgimiento de
una tecnología limpia sentaron la base del proceso de negociación
internacional para decidir qué hacer con esta industria.
Uruguay fue uno de los impulsores de la firma en el año 2013
del Convenio
de Minamata sobre el Mercurio así llamado para recordar la
catástrofe sanitaria y ambiental provocada por los efluentes
de una planta industrial de Chisso, en Japón. Este convenio obliga
a los signatarios a aplicar controles estrictos de las emisiones de
mercurio y fijó en 2025 el límite para el cierre definitivo
de las fábricas que usan ese metal. El desempeño del país
enfrenta, sin embargo, obstáculos para cumplir cabalmente esos
compromisos.
A fines de la década de 1970, tras el cierre de otras fábricas,
Efice SA se convirtió en la única empresa productora de
cloro y de soda en Uruguay. Aprovechando esa situación, apelando
al origen nacional de su capital y el rol “estratégico”
de la industria, Efice pasó a imponer precios arbitrarios al
Estado y el público.
Desde hace tiempo para mitigar -y a la larga eliminar- los impactos
ambientales de la tecnología con mercurio de su proceso.
Efice usufructuó de ese monopolio en el mercado nacional hasta
hace un año, cuando comenzó a ser cuestionada en varios
frentes. Una firma importadora ofreció venderle cloro a OSE a
un precio sustancialmente menor y algo semejante está ocurriendo
en el comercio privado por la instalación de otra empresa productora
de hipoclorito. Incluso en el caso de esta última firma se le
agrega el aliciente de que su producción la realiza de forma
limpia, con celdas de membrana, lo que expone la obsoleta tecnología
mercurial utilizada por Efice.
Solo hay un antecedente de una situación similar en 1999 cuando
INUR SA comenzó a producir hipoclorito de sodio y Efice se lanzó
a bloquearla por todos los medios. Se desató una guerra de precios
que los hizo bajar rápidamente. Al final, por la presión
de los distribuidores, Efice alcanzó un acuerdo con INUR de que
le vendería hipoclorito a su costo de producción a cambio
de paralizar la planta. Así se tranquilizó el mercado
e INUR pasó a ser un distribuidor más, con los precios
fijados por Efice.
Los reflejos de Efice
ante sus rivales
El 31 de
octubre de 2016, OSE hizo el llamado de una licitación pública
internacional (LPI N°16.560) para suministrar 1.500 toneladas de
cloro líquido a la planta de Aguas Corrientes. Cuando se abrieron
los sobres, el 1° de diciembre siguiente, por primera vez en décadas,
había dos propuestas, una previsible de Efice y otra de Habilis
SA, que traería el producto desde Estados Unidos. Se trata de
una empresa importadora que había suministrado a OSE otros artículos
e insumos, pero nunca cloro.
El 8 de febrero
de 2017, recomendado por la Comisión Asesora de Adjudicación
de Licitaciones (CAAL), el directorio de OSE otorgó la compra
a Habilis SA por razones de menor precio. Efice cotizó a 2.068
dólares y Habilis a 1.480 dólares la tonelada de cloro
líquido, un 28,43% menos. La decisión de OSE implicaba
un gasto de 2:220.030 dólares, sin impuestos, y un ahorro ante
la oferta de Efice cercano al millón de dólares, exactamente
881.970 dólares.
Invocando
su historia de único proveedor, Efice presentó de inmediato
un recurso de revocación y anulación del fallo, alegando
varios incumplimientos al Pliego de Condiciones. La Asesoría
Letrada de OSE ratificó lo actuado y, el 5 de julio, el directorio
desestimó la revocación, con lo cual el recurso de anulación
pasó al Poder Ejecutivo. El 28 de agosto, la Asesoría
Jurídica del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial
y Medio Ambiente (MVOTMA) rechazó la anulación.
El 25 de octubre, ante una observación usual del Tribunal de
Cuentas, el directorio de OSE reiteró el gasto demandado por
la licitación N°16.560. Sorpresivamente, el 30 de noviembre,
cuando el recurso ya había pasado a la última instancia
ante el Tribunal de lo Contencioso Administrativo (TCA), el Poder Ejecutivo
anuló la adjudicación a Habilis del 8 de febrero y le
dio la razón a Efice. Sin otra alternativa legal, el 27 de diciembre,
el directorio de OSE acató la decisión superior y anuló
la licitación.
¿Cómo pueden existir criterios legales tan disímiles
entre las asesorías jurídicas de OSE y del MVOTMA, de
un lado, y la Asesoría Jurídica de la Presidencia y la
Fiscalía de Gobierno, del otro? No se puede atribuir falta de
idoneidad a esas asesorías, por lo que las diferencias son políticas,
no jurídicas. El significado de lo ocurrido es que ante la posibilidad
de habilitar la competencia, con notorios beneficios económicos,
se optó por defender al monopolio. Pero esta historia no terminó
aquí.
Una decisión en tales condiciones tiene consecuencias. Habilis
recibió la notificación formal a fines de diciembre y,
según supo Sudestada, decidirá si emprende
acciones legales una vez concluida la feria judicial. El 1° de febrero
hay dos caminos posibles, recurrir tal como hizo Efice la decisión
del Poder Ejecutivo y, sin ser excluyente de lo anterior, la demanda
por daños y perjuicios al haber realizado importaciones y otras
inversiones para atender la compra adjudicada 11 meses atrás.
Pero hay algo más novedoso. Una semana antes de acatar la decisión
presidencial, el 21 de diciembre, por el mecanismo de compras directas,
OSE adjudicó a Habilis una adquisición de 13,5 toneladas
de cloro líquido, en desmedro de la oferta más cara de
Efice. El monopolio recurrió esa decisión y pretendió
que la apelación tuviera efecto suspensivo sobre la compra, pero
OSE no lo aceptó alegando que era para atender las necesidades
inmediatas de su servicio de agua potable.
Paralelamente, surgió una disputa semejante en la venta de hipoclorito
de sodio, más conocido por el público como Lavandina,
Agua Jane, etc. La entrada en el mercado de la firma Alliance, con una
producción en celdas de membrana, puso en tela de juicio la política
comercial y la tecnología utilizadas por Efice. El monopolio
intentó desbancar al rival bajando los precios, pero Alliance
dice tener mayor margen, los precios a los distribuidores bajaron un
50% y surgieron fricciones entre ellos.
Alliance
es una asociación entre la firma Klaff Realty, un fondo de inversión
del banco estadounidense Goldman Sachs, y AVS Technology, una empresa
conformada por uruguayos, argentinos y alemanes, con experiencia en
la operación de pequeñas plantas de cloro-soda con celdas
de membrana en Brasil y España. Las plantas de Alliance tienen
una estructura modular que les permite multiplicar la producción
y, si hace falta, puede llegar a cubrir el 100 % del mercado uruguayo.
Hace un año, el presidente y propietario de Efice, Néstor
Gómez Alcorta, dijo a El Observador: "Estamos acostumbrados
a competir porque siempre tomamos los precios que saldría importar
de Brasil o Argentina, que tienen gigantes en producción de cloro
y soda, siendo nuestra única ventaja competitiva el costo del
flete". Las declaraciones de Gómez Alcorta no se compadecen
con los hechos y ha subestimado a unos rivales que están dejando
en evidencia sus prácticas monopólicas.
Víctor L. Bacchetta
Enero 2018
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