La
paradoja de la agricultura cubana: Reflexiones agroecológicas
basadas en una visita reciente a Cuba
Por Miguel A Altieri - 30 de junio de 2009
El mundo, y en especial America
Latina, aún observan con admiración y orgullo los niveles
de producción y áreas dedicadas a la agricultura urbana
y orgánica en Cuba, niveles nunca alcanzados en otros países,
así como los avances de la investigación y extensión
agroecológica, sin embargo, en muchos círculos se habla
hoy de la “paradoja de la agricultura cubana”: ¿Cómo
en un pais con tanta experiencia práctica en agroecología,
alto nivel de conocimiento científico y organización
social de base, donde la agricultura campesina que ocupa el 25% de
la tierra arable y produce una sustancial cantidad de viandas, granos,
frutas, animales menores, etc. y con más de 350.000 agricultores
urbanos que suplen más del 80% de las hortalizas consumidas
en las grandes ciudades, aún importa el 65% de los alimentos?
En todo el mundo es bien sabido
que a pesar de las dificultades del periodo especial, particularmente
la caída en las importaciones de insumos claves para la agricultura
como petróleo, fertilizantes, pesticidas, tractores, piezas
de repuesto, etc, Cuba y en especial el sector campesino, pudo enfrentar
el desafio de producir una gran parte de los alimentos con al menos
la mitad de los insumos agroquímicos y un limitado acceso a
combustibles. Este logro fue posible gracias a una serie de políticas
agrarias descentralizadoras de formas cooperativas e individuales
de la producción, a un sólido sistema de investigación,
a la difusión de la agricultura urbana y la agricultura orgánica
con un masivo desarrollo de insumos biológicos, apertura de
mercados agropecuarios, y organizaciones fuertes que apoyan a los
agricultores como ANAP, ACPA y ACTAF, entre otras. Al comienzo del
período especial, el énfasis se centró fuertemente
en una estrategia de sustitución de insumos químicos
por biológicos, para reducir el uso de insumos o porque estos
no estaban disponibles y para atenuar los costos de producción
de los modelos convencionales. Este enfoque de bajos insumos estableció
la base para el desarrollo y escalonamiento de estrategias agreocológicas
de diversificación de fincas, integración animal, reciclaje,
control biológico, etc. que miles de agricultores ya practican
en la isla.
El mundo, y en especial America
Latina, aún observan con admiración y orgullo los niveles
de producción y áreas dedicadas a la agricultura urbana
y orgánica en Cuba, niveles nunca alcanzados en otros países,
así como los avances de la investigación y extensión
agroecológica, sin embargo, en muchos círculos se habla
hoy de la “paradoja de la agricultura cubana”: ¿Cómo
en un pais con tanta experiencia práctica en agroecología,
alto nivel de conocimiento científico y organización
social de base, donde la agricultura campesina que ocupa el 25% de
la tierra arable y produce una sustancial cantidad de viandas, granos,
frutas, animales menores, etc. y con más de 350.000 agricultores
urbanos que suplen más del 80% de las hortalizas consumidas
en las grandes ciudades, aún importa el 65% de los alimentos?
¿Cómo en un país cuyos avances en el control
biológico de plagas son venerados en el mundo entero, está
a punto de liberarse una variedad de maiz transgénico Bt para
el control del cogollero, plaga fácilmente regulada en sistemas
agroecológicos por predatores, parásitos y entomopatógenos?
De hecho uno de los maximos criticos
de la agricultura cubana Dennis Avery del Center for Global Food Issues
en el Hudson Institute acaba de sacar un articulo (Cubans starve on
a diet of lies--http://www.cgfi.org/2009/04/02/cubans-starve-on-diet-of-lies-by-dennis-t-avery/)
de amplia divulgacion en la que afirma que un Ministro cubano asevero
que Cuba importa el 84% de sus alimentos. Avery ha utilizado esta
informacion para promover una campana de desprestigio a todos los
autores que han estudiado e informado sobre los logros heroicos del
pueblo cubano en materia agricola acusandolos de comunistas mentirosos.
Si es cierto, Cuba importa alimentos
como muchos otros paises (USA importo mas de $70 billones de dolares
en el 2007) pero solo el 50% de los granos y sus productos (principalmente
leguminosas y cereales) que se usan en la canasta basica ademas de
algunas cantidades de pollo y leche en polvo. Dadas las circunstancias
impuestas por el embargo, el periodo especial y una serie de huracanes,
la politica de importar alimentos ha paradojicamente constituido una
via para que se pueda hacer una transicion hacia sistemas mas sustentables
sin lamentar hambruna. Está claro que hasta el momento los
decisores políticos en Cuba consideran a la agricultura convencional
como el modelo más viable y seguro para incrementar la productividad
agropecuaria y lograr seguridada alimentaria. De hecho, muchos de
los recursos provenientes de la cooperacion internacional (una gran
proporcion de Venezuela) se reservan para las “áreas
agrícolas protegidas” o “potenciadas” donde
se producen en forma intensiva papas, arroz, soya, frijol, y hortalizas.
Millones de dólares se invierten en sistemas de riego de pivote,
maquinaria y otras tecnologías de la agricultura industrial,
un modelo que puede seducir por los incrementos de producción
al corto plazo, pero que decepciona al considerar los costos que esta
producción genera en el largo plazo. Estas areas protegidas
sin embargo no alcanzan el 10% del area cultivada que pertenece al
Minsiterio de la Agricultura. Comparativamente pocos recursos se dedican
a tecnologías de bajos insumos que apoyarían a alrededor
del 80% de las tierras que están en manos privadas, o de varias
formas de cooperativas (UBPC, CPA y CCS). Evidentemente, el potencial
agroecológico del sector de pequeñas y medianas fincas
está aún por realizarse. Cuba ha invertido tambien millones
de dolares en investigacion y desarrollo biotecnologico para la agricultura.
Por un lado la biotecnologia cubana esta libre de los controles que
tienen las multinacionales que existen en otros paises, aparentemente
tiene un buen sistema de bioseguridad y bien dirigida la biotecnologia
se podria enfocar a problemas para los cuales no hay alternativas
agroecologicas como en el caso de algunos casos de enfermedades virosas
de ciertos cultivos como tomate, fruta bomba, etc.
Poseyendo estas ventajas, lo que
es cuestionable es que el Centro de Ingenieria Genetica y Biotecnologia
de Cuba se haya embarcado en el desarrollo de transgenicos como maiz
Bt o eventos resistentes a herbicidas. Ya se ha introducido en un
area de no mas de una hectarea en 8 provincias de Cuba el evento maiz
BT FR-Bt contra la palomilla del maiz. Esta plaga que ataca el cogollo
del maiz es danina en plantas jovenes, sin embargo su ataque se reduce
en forma dramatica cuando el maiz se intercala con frijol u otros
cultivos o cuando se hacen manejos de habitat que condicionen temprano
en la estacion una alta diversidad y abundancia de predatores y parasitos
en el agroecosistema. En Cuba tambien existen CREEs que fabrican entomopatogenos,
muchos de ellos como el BT que en forma de insecticida microbiano
es efectivo contra la polilla. De mas es sabido que los lepidopteros
desarrollan en forma rapida resistencia a los eventos Bt, y que el
maiz Bt puede tener efectos negativos sobre la micro y mesofauna del
suelo via la acumulacion de toxinas activas adherdidas a acidos humicos
o arcillas, y contra polinizadores y algunos enemigos naturales, que
sufren mortalidad al alimentarse del polen transgenico, presas que
ingirieron la toxina o al chupar sabia de plantas transgenicas como
el caso de predatores como Geocoris y Orius. El tema de la contaminacion
via polen con transgenes de vareidades locales de maiz tambien merece
una rigurosa investigacion.
La crisis financiera mundial y
las consecuencias evidentes para Cuba del aumento del costo de la
energía y los alimentos importados, reafirma la necesidad de
posicionar a la agricultura como un sector estratégico para
el futuro de la isla. El mismo presidente Raúl Castro ha insistido
en la necesidad de diversificar la agricultura, incrementar la descentralización
y hacer énfasis en la autosuficiencia dentro de un marco de
sustitución de importaciones. Esta nueva toma de conciencia
sobre la dirección de la agricultura en Cuba es clave, pero
es necesario que se concrete en acciones prácticas, ya que
el resto de la humanidad se está tornando conciente rápidamente
de que el modelo industrial capitalista de agricultura dependiente
de petróleo ya no funciona para suplir los alimentos necesarios.
Los precios inflacionarios del petróleo inevitablemente incrementan
los costos de producción y los precios de los alimentos han
escalado a tal punto que un dólar hoy compra 30% menos alimentos
que hace un año. Una persona en Nigeria gasta 73% de sus ingresos
en alimentos, en Vietnam, 65% y en Indonesia, 50%. Esta situación
se agudiza rápidamente en la medida que la tierra agrícola
se destina para biocombustibles y en la medida que el cambio climático
disminuye los rendimientos a causa de sequías o inundaciones.
Expandir tierras agrícolas a biocombustibles o cultivos transgénicos
que ya alcanzan más de 140 millones de hectáreas a nivel
global, exacerbará los impactos ecológicos de monocultivos
y no resolverá el problema alimentario, ya que todos estos
cultivos se dedican para alimentar carros o ganado para clases más
pudientes.
Además, la agricultura
industrial contribuye hoy con más de 1/3 de las emisiones globales
de gases de efecto invernadero, en especial metano y óxidos
nitrosos. Continuar con este sistema degradante, como lo promueve
un sistema económico neoliberal, no es una opción viable
y además es ecológicamente deshonesto al no reflejar
las externalidades ambientales que implica la producción intensiva.
El desafío inmediato para
nuestra generación es transformar la agricultura industrial
e iniciar una transición de los sistemas alimentarios para
que no dependan del petróleo ni de tecnologías caras
y de altos insumos.
Cuba esta más adelantada
que el resto del mundo para dar este paso urgente y vital. No menos
del 60% de sus tierras arables están en manos de campesinos
privados o cooperativas que ya utilizan sistemas diversificados, insumos
biológicos, tracción animal, y dependen mínimamente
de insumos externos de manera que gestionan mejor la producción
al ahorrar recursos escasos. Las UBPC que controlan el 42% de la tierra
arable constituyen un terreno fértil para un proceso masivo
de conversión agroecológica.
Hay más de 100,000 peticiones
de tierra por gente interesada en volver al campo a producir, con
40,000 familias que ya han accedido a tierras entregadas. La agricultura
urbana se ha consolidado: 383,000 agricultores urbanos produciendo
1,460,000 toneladas de hortalizas en 50 mil hectáreas y el
potencial de expansión y de alcanzar una producción
de 20 kg/m2/año está a la mano. Cuba además tiene
el 2% de la población latinoamericana pero un 11% de los científicos;
la isla tiene mas de 140,000 profesionales de alto nivel y técnicos
de nivel medio en agricultura, una cantidad impresionante de centros-estaciones
de investigación, universidades, más los aparatos institucionales
asociados al MINAG y MINAZ, junto a la ANAP, ACTAF y sus redes. ¿Cuáles
son entonces los impedimentos por un lado y los desafíos por
el otro, para que de una vez por todas la isla de un salto cualitativo
y haga la conversión agroecológica hacia la agricultura
sustentable una realidad?
Está claro que se necesita
un paradigma alternativo de desarrollo agrícola, uno que propicie
formas de agricultura ecológica, sustentable y socialmente
justa. Rediseñar el sistema alimentario hacia formas más
equitativas y viables para agricultores y consumidores requerirá
cambios radicales en las directrices políticas y económicas
que determinan qué, cómo, dónde y para quién
se produce. El concepto de soberanía alimentaria debiera transformarse
en política agraria clave, ya que constituye la única
alternativa viable a un sistema alimentario que depende de importaciones
tanto de alimentos como de insumos y tecnología foránea
y cara. Muchos de los requisitos de la soberanía alimentaria
como la implementación de circuitos locales de producción-consumo,
y acciones organizadas para lograr acceso a tierra, agua, agro-biodiversidad,
etc., para las comunidades rurales se cumplen en Cuba, por lo cual
la isla lleva la delantera a muchos otros países, sin embargo
algunas acciones adicionales serán necesarias:
• Las tres soberanías:
la soberanía alimentaria o el derecho de Cuba a definir su
propio modelo de desarrollo agrícola para satisfacer las necesidades
de alimento de la población dentro de los límites impuestos
por la economía nacional y global, la escasez de energía
y el cambio climático no se pueden concebir sin que se desarrolle
en forma simultánea en la isla la soberanía productiva
y la soberanía energética (Figura 1).

Figura 1 - Agroecologia, soberania
y resiliencia.
Elementos de las tres soberanías
ya se encuentran presentes en muchas fincas pequeñas y medianas
donde los agricultores no solo producen el 70-100% de alimento para
el consumo familiar (por ejemplo, Finca de José Antonio Casimiro,
CCS Reinerio Reina, Sancti Spíritus y otras) o de los miembros
de las cooperativas y sus familias (Finca San Juan, municipio de San
Juan), sino que producen excedentes que venden en el mercado obteniendo
ingresos bastante razonables. De hecho hay por lo menos 100,000 familias
afiliadas a ANAP que logran niveles de productividad por hectarea
capaces de alimentar entre 5-15 personas.
Todo esto lo consiguen con tecnologías
autóctonas (lombricompost, organismos eficientes, etc.), sistemas
de producción diversificados (policultivos, rotaciones, integración
animal, sistemas agroforestales y silvopastoriles, etc.) y generando
sus propias fuentes energéticas (mano de obra humana-animal,
biogás, molinos de viento, etc.). Estos logros son importantes
ya que las producciones se obtienen con una minima fraccion de insumos
y otros recursos y a un costo por unidad de divisas mucho menor que
la importacion de alimentos o su produccion industrializada.
Muchos agricultores usan una estrategia
de adaptación del potencial genético y biológico
de las plantas cultivables y especies animales a las condiciones ecológicas
de la finca, más bien que la modificación de esta para
satisfacer las necesidades de cultivos y animales. Esto ahorra mucha
energia y recursos. Se necesita que esta estrategia se lleve a niveles
de municipio o regiones para planificar el uso de la tierra de manera
de alcanzar las tres soberanías. Por ejemplo, en la Estación
de Pastos y Forrajes “Indio Hatuey” se está explorando
la producción de Jartropha curcas para la producción
de biodiesel en combinación con cultivos anuales (yuca, boniato,
frijol, etc.) lo que permite no sacrificar tierra que puede ser destinada
a la producción de alimentos. Otros investigadores plantean
dedicar en grandes áreas 100 hectáreas a caña
de azúcar cuya función sea producir el biocombustible
necesario para producir cultivos alimenticios en 1000 hectáreas.
La agroecología provee
las bases científicas y metodológicas para integrar
en diseños diversificados tanto a pequeña como media
y larga escalas (incluyendo plantaciones de cítricos, coco,
caña de azúcar, papa, arroz, etc.) de manera que se
produzca suficientes alimentos y energía, privilegiando el
reciclaje y el uso de insumos locales y tecnologías auto-regenerativas.
• Alianzas estratégicas
interinstitucionales: Aunque hay un gran número de institutos
realizando proyectos de investigación y extensión en
agroecología, está claro que hay dispersión y
a veces poca coordinación de esfuerzos. La creación
de alianzas estratégicas es fundamental para llevar a cabo
proyectos de sistematización de experiencias, de pruebas de
tecnologías o escalonamiento de sistemas agroecológicos
exitosos. Hay que desarrollar un enfoque más integrador de
la agroecología para conectar las diversas líneas de
investigación, extensión y formación ahora funcionando
en forma muy aislada. En lugar de generar conocimientos específicos
sobre limitantes aisladas (plagas, deficiencias de nutrientes, etc.),
hay que generar una metodología que conecta los diferentes
niveles de conocimiento al nivel del agroecosistema completo. Con
el enfoque agroecológico se puede rápidamente pasar
de la sustitución de insumos al rediseño predial, cosa
que los sistemas diversificados prevengan o resistan los problemas,
en lugar de siempre tratar de curar los problemas causados por el
mal diseño desde el inicio. Sería óptimo que
alianzas entre centros establezcan áreas concretas (2-5 hectáreas)
o faros agroecológicos en UBPC con diseños diversificados
en los cuales se haga un análisis holístico del comportamiento
productivo, edafológico, entomológico, energético,
etc. de los faros con el resto de los sistemas manejados en la UBPC.
De estas comparaciones emergen los principios ecológicos básicos
que explican por qué son más óptimos los diseños
probados, y estos principios se aplican al resto del área de
la UBPC o de ccoperativas vecinas mediante un método de investigación
participativa o usando los métodos de diagnóstico y
de extensión horizontal de campesino a campesino liderados
por la ANAP.
• Permear la agenda de extensión
e investigación con una base agroecológica: Aunque hacer
énfasis en que los agricultores adopten el máximo de
prácticas agroecológicas posible en sus fincas es importante,
esto no garantiza que un sistema tenga una base agroecológica
sólida o sea más sustentable. Muchas de estas prácticas
agroecológicas no son otra cosa que prácticas de sustitución
de insumos, que siguen el mismo paradigma de la agricultura convencional
en la que el objetivo es superar el factor limitante, aunque esta
vez se realiza con insumos alternativos y no agroquímicos.
Este tipo de manejo ignora el hecho de que el factor limitante (una
plaga, una deficiencia nutricional, etc.) no es más que un
síntoma de que un proceso ecológico no funciona correctamente
y que la adición de lo que falta hace poco por optimizar el
proceso irregular.
Evidentemente, la sustitución
de insumos ha perdido su potencial agroecológico, pues no va
a la raíz del problema, sino al síntoma. Deslumbrarse
con una práctica alternativa que incrementa la producción
u otros atributos agronómicos (por ejemplo. los biopreparados
a base organismos eficientes) son innovaciones muy importantes que
deben potenciarse, pero sin descuidar los pilares claves de la conversión
agroecológica como la diversificación en el tiempo y
en el espacio y la activación biológica del suelo.
La clave es identificar un conjunto
de prácticas de manejo agroecológico que sean mutuamente
adaptativas y que juntas conllevan a un mayor rendimiento del agroecosistema.
Los efectos observados sobre el comportamiento del agroecosistema
no pueden ser explicados por los efectos aditivos de prácticas
individuales. En otras palabras, cada sistema de producción
representa un grupo distintivo de prácticas de manejo que determinan
interacciones ecológicas determinadas, de manera que lo que
explica el éxito del sistema no es el conjunto de prácticas,
sino los procesos ecológicos promovidos por esas prácticas.
En el caso que se quisiera entonces
convertir una finca a un manejo agroecológico, no basta con
copiar las prácticas de manejo que se usan en fincas orgánicas
vecinas exitosas, sino más bien se debe asegurar que las interacciones
ecológicas que explican el funcionamiento de las fincas vecinas,
también se den en el sistema que se desea convertir.
Esto refuerza el hecho de que
los diseños agroecológicos son específicos de
cada lugar, y lo que se podrá repetir en otra parte no son
las técnicas, sino más bien las interacciones ecológicas
y las sinergias que gobiernan la sostenibilidad. No tiene sentido
transferir tecnologías o prácticas de un lado a otro,
si estas no son capaces de replicar las interacciones ecológicas
asociadas con esas prácticas.
El potencial agroalimentario
de la agricultura de pequeña y mediana escala
Aunque muchos investigadores y
políticos piensan que las pequeñas fincas familiares
son atrasadas e improductivas, muchas investigaciones en varios países
demuestran que estas son mucho más productivas que las grandes
fincas si se considera la producción total en vez de los rendimientos
de cada cultivo o especie animal. Los sistemas de fincas integrales
en los cuales los agricultores en pequeña escala producen granos,
frutas, vegetales, forraje, y productos de origen animal aportan rendimientos
adicionales a aquellos que se producen en sistemas de monocultivo,
a gran escala. Esta relación inversa entre el tamaño
de la finca y producción total se puede atribuir al uso más
eficiente de la tierra, del agua, de la biodiversidad y de otros recursos
agrícolas por parte de los pequeños agricultores. Estudios
en Cuba apoyan estas afirmaciones; comparaciones entre varios tipos
de fincas revelaron que la salida energética total por unidad
de área de finca fue 4–6 veces mayor en las fincas mixtas
(cultivos-ganado) que en las fincas lecheras especializadas y la producción
de leche fue el doble en las fincas mixtas que en las especializadas.
En sistemas silvopastoriles se puede producir hasta 40 toneladas de
materia seca/hectárea con una ganancia de 800 g/animal/día
en la época de lluvia y 400 en la época seca y entre
3,000-3,500 litros/ha/año sin el uso de concentrados.
Si se potenciaran con este tipo
de diseños agroecológicos diversificados todas las fincas
campesinas (que controlan el 25 % de las tierras) y todas las UBPC
que controlan el 42% de la tierra, Cuba no solo podría producir
todo el alimento necesario para alimentar a los mas de 11 millones
de habitantes, sino seria capaz de suplir a la industria turística
y cumplir con cuotas de agroexportación para generar divisas.
Toda esta producción sería complementada por la agricultura
urbana que ya alcanza niveles asombrosos de producción, y sobre
todo, si se escalonan experiencias exitosas como la de la UBPC Vivero
Organopónico Alamar. Canalizando esfuerzos articulados y bien
dotados de investigación, extensión y difusión
agroecológica en un área de nos más de 1,5 millones
de hectáreas es todo lo que se necesitaría para lograr
las tres soberanías.
Resiliencia al cambio
climático
Todo estos esfuerzos debieran
enmarcarse dentro una concepción de resiliencia, enfocados
en el desarrollo de sistemas agropecuarios más resistentes
al cambio climático y con capacidad de recuperarse después
de los eventos que los modelos predicen se harán cada vez más
frecuentes y más violentos en países receptores del
cambio climático como Cuba. La isla ya sufrio tres huracanes
seguidos el año pasado y la evidencia circunstancial indica
que los sistemas más diversificados fueron menos afectados
que los monocultivos desprovistos de protección. Como ya se
menciono, miles de campesinos cubanos han desarrollado sistemas agrícolas
adaptados a las condiciones locales, lo que les ha permitido generar
la producción continua necesaria para subsistir, en muchos
casos con excedentes para la venta, a pesar de dotaciones marginales
de tierra, variabilidad climática y el bajo uso de insumos
externos. Parte de este desempeño está relacionado con
la innovación constante de los agricultores y los altos niveles
de agrobiodiversidad exhibidos por sus agroecosistemas. Observaciones
durante las dos últimas décadas del desempeño
agrícola después de eventos climáticos extremos
han revelado que la resiliencia a los desastres climáticos
está íntimamente relacionada con los niveles de biodiversidad
de las fincas
La diversificación es,
por lo tanto, una estrategia importante para el manejo del riesgo
de la producción en sistemas agrícolas pequeños,
ya que la diversidad es de gran importancia para la estabilidad de
los campesinos, permitiendo que los cultivos alcancen niveles aceptables
de productividad incluso en condiciones de estrés ambiental.
En general, los agroecosistemas
diversificados son menos vulnerables a la pérdida catastrófica
porque la variedad amplia de cultivos y los distintos arreglos espaciales
y temporales, exhiben compensación en caso de pérdida..
Entender cómo en muchas áreas rurales cientos de agricultores
se han adaptado o resistido los eventos climáticos extremos
es una fuente de conocimiento clave para el desarrollo de sistemas
resilientes al cambio climático, una realidad que ya afecta
a Cuba.
Estudios realizados en otras zonas
del mundo ya afectadas por el cambio climático revelan que
algunas de las estrategias de adaptación incluyen:
• Uso de variedades/especies
adaptadas localmente mostrando adaptaciones más apropiadas
al clima y a los requerimientos de hibernación y/o resistencia
incrementada al calor y sequía,
• Realzando el contenido
de materia orgánica de suelos a través de la aplicación
de estiércol, abonos verdes, cultivos de cobertura, etc. incrementando
así la capacidad de retención de humedad.
• Un uso más amplio
de tecnologías de “cosecha” de agua, conservación
de la humedad del suelo mediante mulching), y un uso más eficiente
del agua de riego.
• Manejo del agua para prevenir
inundación, erosión y lixiviación de nutrientes
cuando las precipitaciones aumentan.
• Uso de estrategias de
diversificación como cultivos intercalados, agroforestería,
etc.) e integración animal.
• Prevención de plagas,
enfermedades e infestaciones de malezas que es posible modifiquen
sus biologías mediante prácticas de manejo que promueven
mecanismos de regulación biológica y otros (antagonismos,
alelopatía, etc.) y desarrollo y uso de variedades y especies
resistentes a plagas y enfermedades.
• Uso de indicadores naturales
para el pronóstico del clima para reducir riesgos en la producción.
El desafío ahora es cómo
movilizar rápidamente este conocimiento de modo que pueda ser
aplicado en la restauración de áreas ya afectadas o
para preparar áreas rurales que se predice serán golpeadas
por el cambio climático. Para que esta transferencia horizontal
ocurra rápidamente, debe ponerse énfasis en involucrar
directamente a los agricultores en la extensión de innovaciones
a través de redes bien organizadas agricultor a agricultor.
El foco debe estar en la consolidación de la investigación
local y el desarrollo de capacidades para resolver problemas. Organizar
a la gente alrededor de proyectos para promover la resiliencia agrícola
al cambio climático debe hacer un uso eficaz de las habilidades
y conocimiento locales apoyados por investigación agroecológica
más formal, ya que esto proporciona una plataforma para un
mayor aprendizaje y niveles de organización local, mejorando
así las posibilidades de empoderamiento de la comunidad y estrategias
de desarrollo autosuficientes frente a la variabilidad climática.
Conclusiones
En Cuba existe una riqueza inmensa
de conocimiento agroecologico. El desarrollo de este enfoque de desarrollo
agroecologico ha sido propuesto por el conglomerado de investigadores,
profesores, técnicos y agricultores amparados bajo ACTAF, ACPA
y ANAP. Este acervo se basa en el conocimiento y la experiencia dentro
de las comunidades agrícolas que constituyen faros exitosos
de la aplicacion de la agroecologia, en sinergia con cientos de investigaciones,
formando asi la base de una estrategia teconológica que supera
las limitaciones que resultan de los enfoques que dependen grandemente
del capital, agroquímicos y maquinarias. Capitalizando al máximo
en el poder de la agroecología, se logran productividades a
un costo relativamente bajo y con retornos a la inversión en
la investigación varias veces mayor que otros enfoques como
la biotecnología transgénica que requiere de inversiones
altas de infraestructura, equipos, personal, etc.
La voluntad política manifestada
en escritos y discursos por las autoridades máximas de Cuba
sobre la necesidad de priorizar la agricultura y la autosuficiencia
debiera hacerse realidad con apoyos concretos de recursos necesarios
para promover iniciativas productivas y energéticas que apunten
a lograr las tres soberanías a nivel de municipios. Hay oportunidades
particulares de innovación institucional con potencial de crear
sinergias colaborativas entre ANAP, ACPA, ACTAF y los centros de investigaciónextensión
en varios municipios pilotos. Es necesario reorientar los sistemas
de extensión actuales y contar con personal para sistematizar
experiencias exitosas y que de diseminación a los principios
agroecológicos que tomarán formas teconológicas
particulares en cada región de acuerdo a condiciones medioambientales
y socioeconomicas específicas. La metodología campesino
a campesino apoyada por investigadores juega un papel clave en este
proceso. Esto significa apartarse de la instrucción de arriba
hacia abajo para facilitar el aprendizaje de agricultores, investigadores
y extensionistas en conjunto. La otra oportunidad es involucrar a
los investigadores y profesores en forma más estratégica
en los procesos de experimentación y evaluación, ya
que ello reforzará la generacion de las bases científicas
necesarias para la conversión, y también enriquecerá
la teoría agroecológica necesaria para formar mejor
a las generaciones venideras de profesionales, técnicos y agricultores-experimentadores.
El continuo debate entre los varios
actores en el ámbito rural sobre el futuro de la agricultura
en Cuba permitirá definir los caminos más convenientes
y soberanos destinados a afianzar los objetivos y logros de la Revolución.
Solo el debate constructivo y la acción concreta podrán
terminar con la paradoja de la agricultura cubana. www.ecoportal.net
Miguel A Altieri - Universidad
de California, Berkeley - Sociedad Cientifica Latinoamericana de Agroecología
Publicado en http://www.landaction.org
* Del 8 al 14 de marzo, 2009 gracias
a la cooperación de ACTAF y la hospitalidad de varias personas
e instituciones, pude realizar junto al Dr. Fernando Funes una gira
por varias provincias y ciudades de Cuba, que incluyo visitas a fincas,
centros de investigación y discusiones muy productivas con
un sinnúmero de agricultores, investigadores, profesores, etc.
A todos ellos mis más profundos agradecimientos y mis mayores
expresiones de solidaridad.