El Instituto
Forestal Europeo elige ignorar los efectos sociales “abrumadoramente
negativos” de los árboles transgénicos
El Instituto Forestal
Europeo (EFI) se declaró recientemente a favor de la investigación
en árboles genéticamente modificados, o transgénicos.
Varias de las 131 organizaciones miembros del EFI (que consisten en
institutos de investigación, universidades y empresas) investigan
en árboles transgénicos. Entre 2004 y 2006 el presidente
del EFI fue François Houllier, director científico del
Instituto nacional francés de investigación en agricultura
(INRA), que también realiza investigacioens en árboles
transgénicos. Otros miembros del EFI que tienen que ver con la
investigación en árboles transgénicos son el Instituto
finlandés de investigación forestal (METLA) y el Centro
federal de investigaciones en silvicultura y productos forestales (BFH)
de Alemania.
La declaración
del EFI a favor de la ingeniería genética comienza diciendo
que la investigación en árboles transgénicos es
necesaria “Para brindar información y datos científicos
sensatos e imparciales a las autoridades públicas pertinentes”.
Esto podría tener sentido si no fuera porque la investigación
en árboles transgénicos que se está llevando a
cabo no es ciencia “neutral” destinada a brindar información
a las autoridades públicas. La investigación en árboles
transgénicos se hace para la industria, principalmente la industria
de la pulpa y el papel pero cada vez más la de los biocombustibles.
La declaración
del EFI se elaboró luego de una discusión interna que
llevó dos años. En 2005 el Instituto encargó un
documento de discusión que se llamó "Biotechnology
in the Forest? Policy Options on Research on GM Trees" (¿Biotecnología
en el bosque? Opciones de política sobre la investigación
en árboles transgénicos). El principal autor del documento
es David Humphreys, docente de Política Ambiental de la Universidad
Abierta y autor de "Logjam: Deforestation and the Crisis of Global
Governance" (Logjam: Deforestación y la Crisis de la Governanza
Mundial).
El documento declara
que “No surgen argumentos claros e inequívocos ni a favor
ni en contra de los árboles transgénicos” pero al
mismo tiempo presenta varios argumentos de fuerza contra la plantación
comercial de árboles transgénicos y por lo tanto contra
la investigación continuada en árboles transgénicos.
“Los árboles
viven más que los cultivos agrícolas”, declara el
documento, “lo que significa que pueden ocurrir cambios en su
metabolismo muchos años después de plantados. Al mismo
tiempo, los árboles son distintos de los cultivos pues en su
mayor parte no están domesticados y además el conocimiento
científico sobre los ecosistemas de los bosques es escaso en
comparación con el conocimiento sobre los ecosistemas agrícolas.
Los riesgos potenciales ecológicos y de otra índole asociados
con los árboles transgénicos podrían ser mayores
que los de los cultivos transgénicos”.
El documento señala
la amenaza que los árboles transgénicos suponen para los
bosques (aunque la preocupación parece ser más bien el
impacto sobre la industria forestal más que los bosques y las
personas): “A largo plazo, el uso de árboles transgénicos
podría perjudicar gravemente al propio sector forestal debido
a la contaminación genética, que redunda en bosques más
débiles y cada vez menos capaces de resistir presiones naturales
como los ataques de las plagas que se han vuelto resistentes a los insecticidas
producidos por los árboles transgénicos”.
Debido a las patentes
necesarias en la investigación científica, los árboles
transgénicos serán caros. La producción y comercialización
de árboles transgénicos es un proceso oneroso y muy especializado.
El documento señala que “Si el uso de árboles transgénicos
se vuelve popular y general, es probable que el propio sector forestal
se vuelva cada vez más dependiente de las empresas de biotecnología
y de semillas transgénicas”.
La introducción
de nuevas tecnologías genera ganadores y perdedores. Entre los
ganadores de la introducción de los OGM en el sector agrícola
“se cuentan grandes empresas semilleras y de transgénicos,
mientras que entre los perdedores hay muchos pequeños agricultores”,
señala el documento. Los cultivos transgénicos estériles
hacen que los agricultores tengan que comprar nuevas semillas cada año.
Las semillas son más caras porque incluyen las regalías
a las empresas que desarrollaron la especie transgénica. “El
resultado neto es un flujo de ingresos de los agricultores pobres del
Sur hacia las ricas empresas del Norte y muchos pequeños productores
rurales obligados a salir del negocio.”
Muchas de las empresas
y organizaciones de investigación que promueven la tecnología
de los árboles transgénicos están en el Norte.
Pero las plantaciones de árboles transgénicos, si es que
se establecen, estarán más que nada en el Sur global.
“Lo más probable es que el resultado sea la desigualdad
social”, se señala en el documento del EFI, “tanto
en la división del riesgo, que recaerá sobre todo en los
países del Sur, como en la división de los beneficios
financieros, que serán principalmente para el mundo industrializado”.
Humphreys y sus
colegas señalan que los impactos de las plantaciones de árboles
transgénicos serían similares a los de las grandes plantaciones
industriales de árboles que ya se han establecido en el Sur:
“Las plantaciones de árboles en el Sur han tendido a abusar
de la tierra y los recursos hídricos disponibles y a contaminar
el medio ambiente circundante con fertilizantes y plaguicidas. Puede
esperarse que las plantaciones de árboles transgénicos
impongan exigencias aun mayores al medio ambiente, puesto que las variedades
transgénicas se modifican para que crezcan más rápido”.
El documento concluye
afirmando que “Los árboles transgénicos tienen beneficios
económicos y ambientales considerables pero también desventajas
económicas y ambientales potencialmente graves. Los efectos sociales
de la introducción de árboles transgénicos que
se anticipan son abrumadoramente negativos. La situación legal
de los árboles transgénicos no es clara. Toda la cuestión
de la introducción de los árboles transgénicos
plantea graves preguntas éticas que no tienen respuestas obvias”.
La explicación
de esta decisión del EFI de apoyar la investigación en
árboles transgénicos puede estar en el documento de discusión
del EFI de 2005. “La mayoría de los científicos
expertos en transgénicos trabajan para institutos de investigación
y empresas industriales”, señala el documento. “Podría
aducirse que estos científicos tienen un interés creado
en enfatizar los beneficios de la biotecnología y minimizar los
riesgos asociados”.
Una oración
de la conclusión del documento de discusión brinda un
argumento claro e inequívoco contra los árboles transgénicos:
“Los efectos sociales de la introducción de árboles
transgénicos que se anticipan son abrumadoramente negativos”.
Al apoyar la investigación en árboles transgénicos,
EFI está ignorando esos efectos sociales abrumadoramente negativos.
Por Chris Lang,
http://chrislang.org Fuente: Boletín
123 del WRM