Las nuevas
repúblicas del biocombustible
Por Dra. Elizabeth Bravo y la Dra. Mae-Wan Ho
El fin del petróleo barato y la inminente crisis
de combustible han convencido a la Unión Europea y a los Estados
Unidos a abordar en serio su larga “adicción al petróleo”,
que empeora cada vez más. Pero no piensan en cambiar de hábito
sino en engullirse biocombustibles. La dificultad es que sencillamente
no hay suficiente tierra arable para satisfacer su voraz apetito.
Las naciones en desarrollo pobres deberán alimentar
el voraz apetito de los países ricos por biocombustibles a costa
de sus propias poblaciones hambrientas, y sufrirán la devastación
de sus bosques y su biodiversidad.
El fin del petróleo barato y la inminente crisis
de combustible han convencido a la Unión Europea y a los Estados
Unidos a abordar en serio su larga “adicción al petróleo”,
que empeora cada vez más. Pero no piensan en cambiar de hábito
sino en engullirse biocombustibles.
Estos combustibles –biodiesel o bioetanol- “neutrales
en emisiones de carbono” hacen que hasta los ambientalistas comprometidos
se sientan bien por poder incluir en esta propuesta a sus vehículos,
ya que no contribuyen a las emisiones de carbono. La quema de biocombustibles
simplemente devuelve a la atmósfera el dióxido de carbono
que las plantas absorbieron cuando estaban creciendo en el campo.
La dificultad es que sencillamente no hay suficiente
tierra arable en la cual cultivar todos los cultivos de biocombustible
necesarios para satisfacer el voraz apetito de los países industrializados.
De manera que ha comenzado la etapa siguiente de la colonización.
Los países industrializados están dirigiendo sus ojos
al Tercer Mundo para alimentar su adicción: la tierra está
allí para ser tomada ya que la mano de obra barata y los daños
ambientales de las grandes plantaciones, de la extracción de
los biocombustibles y de su refinación pueden enviarse fuera,
exactamente como lo hicieron con la extracción del petróleo
crudo.
Brasil ya es actualmente el principal abastecedor de
etanol del Reino Unido, y busca aumentar en gran medida sus exportaciones
a otros lugares. Las compañías dedicadas al biodiesel
han puesto su mira en países de América Latina, África,
Asia y el Pacífico, donde pueden también obtener materia
prima a precios competitivos.
La empresa DI Oils, con sede en el Reino Unido, pronosticó
en 2004 que el mercado mundial de biodiesel crecería un 14,5
por ciento anual, llegando a los 2,79 millones de toneladas para el
año 2010. Las operaciones de la empresa en la región Asia
Pacífico, basadas en Manila, darán a las autoridades de
Filipinas la oportunidad de abastecer la demanda de biodiesel de Japón,
China, Corea, Taiwán y Australia. DI Oils está abocado
a la jatropha, un árbol de rápido crecimiento y alto rendimiento
que puede plantarse en zonas semitropicales en “tierras baldías
e irrigadas con aguas residuales”. Según su director ejecutivo,
la compañía ya tiene plantaciones que totalizan las 267.000
hectáreas en Ghana, Madagascar, Sudáfrica, India y Filipinas,
y planea ampliarlas hasta los 9 millones de hectáreas. En octubre
de 2005, el gobierno indio anunció una política nacional
de compra de biodiesel que permitiría a los agricultores y productores
de biodiesel obtener un precio subsidiado de 25 rupias por litro de
aceite de jatropha, y para los próximos 5 años pretende
destinar un millón de hectáreas de tierra al cultivo de
jatropha para suministro de diesel combinado.
El biodiesel también ha proporcionado una salida
para la superabundancia de cultivos modificados genéticamente
(transgénicos) que los consumidores están rechazando en
todo el mundo. El presidente Lula, de Brasil, ha declarado que la soja
transgénica se utilizará para los biocombustibles y la
“soja buena” para consumo humano. Argentina también
tiene planes de transformar la soja transgénica a biodiesel.
La industria del biodiesel dice que para el procesamiento
de los biocombustibles habrá que construir grandes plantas de
refinería cerca de las zonas agrícolas o los bosques,
donde crece la materia prima. El biodiesel tendrá entonces que
ser transportado a las estaciones de servicio de la misma manera que
el petróleo. La industria del petróleo querrá mantener
el control sobre la distribución de los combustibles y realizará
acuerdos con esas nuevas compañías, ya que en numerosos
casos la cadena de suministros puede ser muy compleja.
El biodiesel es presentado como un negocio en el que
todos ganan. Las emisiones europeas de dióxido de carbono disminuyen
y los países del Tercer Mundo aumentan sus exportaciones y mejoran
la calidad de vida de sus poblaciones rurales. Pero la realidad es otra
cosa.
Se dice que durante el crecimiento del cultivo las plantas
absorben dióxido de carbono de la atmósfera. Esto es así
con respecto a lo que estaba creciendo antes de que se instalara la
plantación. Como la industria tiene planes de expandirse exponencialmente,
es probable que comenzará a ocupar zonas de bosque primario o
secundario, como ya ha ocurrido con las plantaciones de soja. Las plantaciones
de soja han desplazado los bosques del Chaco en Argentina y los bosques
del Pantanal y el Chaco en Paraguay. Y aún más: la soja
ha abatido bosques de la Amazonía, el Pantanal y la Mata Atlántica
en Brasil. El saldo neto de dióxido de carbono por lo tanto es
fuertemente negativo. Además, se generan otros gases de efecto
invernadero como resultado del propio cultivo, el procesamiento, refinamiento,
transporte y distribución del combustible. Cada vez parece más
probable que los biocombustibles son un contribuyente neto de dióxido
de carbono y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera.
Con relación a los beneficios para los productores
de los cultivos para biocombustible, pueden llegar a ser muy negativos.
En primer lugar, la destrucción del bosque y otra vegetación
original ya ha ocurrido; y si esos cultivos fueran a expandirse como
se pretende, podrían amenazar la seguridad alimentaria y la soberanía
alimentaria de las poblaciones locales, porque los agricultores dejarían
de producir cultivos alimenticios para la población y en cambio
se concentrarían en producir “combustibles limpios”
para Europa. La producción de soja en Argentina aumentaría
a 100 millones de toneladas, lo cual implica un enorme costo ambiental
y social para el pueblo argentino, tal como el desplazamiento de poblaciones
rurales, creciente deforestación y desertificación de
los suelos y por lo tanto más hambre e injusticia social.
La agricultura a gran escala, tal como la que se necesita
para satisfacer la demanda de biocombustibles, depende en gran extremo
de derivados del petróleo tales como fertilizantes y plaguicidas,
que, además de producir emisiones de dióxido de carbono,
son contaminantes en alto grado. Las predicciones para Brasil son alarmantes,
ya que este país podría convertirse en el líder
mundial en la sustitución de combustibles fósiles con
biocombustibles, con todos los impactos que esto implica. En Brasil,
hasta ahora el etanol se ha obtenido de la caña de azúcar,
pero la expansión de soja ocurre mientras Brasil experimenta
un auge de las exportaciones de etanol de caña de azúcar.
Es muy posible que las plantaciones de caña de azúcar
y soja compitan por la tierra, lo que haría casi inevitable que
se corten más bosques para dar lugar a que se planten ambos cultivos.
Recientemente, el gobierno español de Zapatero
anunció que Repsol instalará una planta de biodiesel en
la provincia de León. El pronóstico es que la materia
prima se obtendrá de cultivos oleaginosos y provendrá
de regiones donde la mano de obra y la tierra son baratas y donde se
permiten los cultivos transgénicos, es decir, en el Hemisferio
Sur. En otras palabras, las naciones en desarrollo pobres serán
forzadas a alimentar el voraz apetito de los países ricos por
biocombustibles a expensas de sus propias poblaciones hambrientas y
a sufrir la devastación de sus bosques y su biodiversidad. Third
World Network Features
Sobre las autoras: La Dra. Elizabeth Bravo es bióloga
e integra la organización ambiental Acción Ecológica
en Ecuador. La Dra. Mae-Wan Ho es la editora de la revista Science in
Society (i-sis.org.uk), de donde se tomó el presente ar’ticulo
en su versión en inglés (Número 30, verano de 2006).
www.ecoportal.net
Red del Tercer Mundo
http://www.redtercermundo.org.uy