Agrocombustibles:
¿inocencia o cinismo?
por Carmelo Ruiz Marrero
Llámenlos
como quieran, biocombustibles, cultivos energéticos, agrocombustibles,
agroenergía, éstos son una falacia en un ecosistema finito
y en un sistema económico basado en el crecimiento descontrolado
e ilimitado.... Las implicaciones para la seguridad alimentaria del
Sur global son estremecedoras. La apropiación de grandes extensiones
de tierra para dedicarlas a cultivos de exportación no es más
que una continuación del modelo colonial agroexportador, el mismo
modelo socialmente retrógrado, feudal, explotador y ambientalmente
destructivo que ambientalistas y progresistas en el Norte y el Sur han
tratado por décadas de erradicar.
¡El
genio de los agrocombustibles es duro de matar! Aún a estas alturas
una porción significativa del movimiento ambientalista, incluyendo
en Puerto Rico y Estados Unidos, se aferra a la noción de que
combustibles derivados de cultivos agrícolas, desperdicios animales
y otras fuentes biológicas, pueden sacar al mundo de su dependencia
de los combustibles fósiles y así vencer dos grandes amenazas
globales, el cénit del petróleo y el calentamiento global.
Llámenlos como quieran, biocombustibles, cultivos energéticos,
agrocombustibles, agroenergía, éstos son una falacia en
un ecosistema finito y en un sistema económico basado en el crecimiento
descontrolado e ilimitado.
Cuando
traigo a discusión la evidencia de que no hay agrocombustibles
sustentables, algunos de mis colegas estadounidenses se retractan de
sus posturas acríticas sólo de manera leve y recurren
al argumento B: que aunque no sean perfectos, los “biofuels”
pueden ser parte de la solución. Cuando respondo que tal afirmación
se basa en fe y no en razonamiento, lo toman personal y me acusan de
ser “uncivil” y “disagreeable”.
Según
la Academia Nacional de las Ciencias de EEUU (NAS), si todo el maíz
sembrado en EEUU fuera usado para etanol y toda la soya del país
fuera convertida en biodiesel, sólo se desplazaría 12%
de la demanda nacional de gasolina y no más de 6% de la demanda
de diesel.
Esas
cifras son preocupantes. Estados Unidos cultiva alrededor de 44% del
maíz del mundo—más que China, la Unión Europea,
Brasil, Argentina y México juntos. Esto significa que si la producción
mundial de maíz fuera a ser cuadruplicada y dedicada por completo
a la producción de etanol, satisfaría la demanda estadounidense,
pero dejaría el resto de la flota de vehículos del mundo
todavía corriendo con gasolina, mientras los conductores mueren
de hambre.
Pero
la realidad ha demostrado que el estudio de la NAS posiblemente fue
demasiado generoso: En 2006 20% de la cosecha estadounidense de maíz
fue convertida en 5 mil millones de galones de etanol. Esa cantidad
de etanol desplazó apenas 1% del consumo de gasolina en Estados
Unidos. Ustedes hagan la matemática, no hay que ser un genio
para llegar a la conclusión obvia.
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