Si queremos
salvar el planeta, necesitamos una moratoria de cinco años para
los biocombustibles
George
Monbiot
Martes 27 de marzo de 2007
The Guardian - http://www.guardian.co.uk
El aceite producido a partir
de las plantas establece una competencia por los alimentos entre los
coches y los seres humanos. Los humanos - y el medio ambiente - perderán
Comenzó siendo una cuestión
de buenas intenciones que en algún punto se torcieron. Ahora
es un fraude total. Los gobiernos están usando los biocombustibles
para enfrentar el calentamiento global, aunque saben que causan más
daños que beneficios. Pero lo incentivan cueste lo que cueste.
En teoría, los combustibles elaborados a partir de plantas pueden
reducir la cantidad de dióxido de carbono emitida por los coches
y otros vehículos. Las plantas absorben el carbono mientras crecen
- se desprende nuevamente cuando se quema el combustible. Al animar
a las compañías petroleras a dejar de producir a partir
de plantas fósiles para pasar a producir con plantas vivas, los
gobiernos a ambos lados del Atlántico pretenden estar “descarbonizando”
nuestras redes de transporte.
En el presupuesto de la semana pasada, Gordon
Brown anunció que ampliaría la rebaja de impuestos para
los biocombustibles hasta 2010. A partir del año próximo,
todos los surtidores en el Reino Unido tendrán que asegurarse
de que 2,5% del combustible que venden esté hecho de plantas
- si no, deberán pagar una pena de 15p por litro. La obligación
se extiende hasta el 5% en 2010. Antes de 2050, el gobierno espera que
el 33% de nuestro combustible provenga de cultivos. El mes pasado George
Bush anunció que quintuplicaría los porcentajes obligatorios
de los E.E.U.U. para los biocombustibles: para 2017 deberán proveer
el 24% del combustible para el transporte de la nación.
¿Entonces, qué es lo que está
tan mal con estos programas? Únicamente que son la fórmula
para un desastre ambiental y humanitario. En 2004 advertí, en
estas páginas, que los biocombustibles establecerán una
competición por los alimentos entre los coches y la gente. La
gente perderá inevitablemente: los que pueden permitirse conducir
un auto son más ricos que los que están en peligro de
morir de hambre. También implicará la destrucción
de los bosques tropicales y de otros hábitats importantes. Recibí
más insultos de los que he recibido por cualquier otra columna
- a excepción de cuando ataqué a los conspiradores del
9/11. Me dijeron que mis demandas eran ridículas, irrisorias,
imposibles. Bien, en un punto estuve equivocado. Pensé que estos
efectos no se llegarían a materializar hasta muchos años
más tarde. Pero ya están sucediendo.
Desde comienzos del año pasado, el
precio del maíz se ha duplicado. El precio del trigo también
ha alcanzado su precio más alto de los 10 últimos años,
mientras que las reservas globales de ambos granos han alcanzado sus
puntos bajos en 25 años. Ya ha habido revueltas por causa de
los alimentos en México y reportes de que los pobres están
sintiendo esta tensión en todo el mundo. El Ministerio de Agricultura
de los E.E.U.U. advierte que “si tenemos una sequía o una
cosecha muy escasa, podríamos llegar a ver la clase de volatilidad
que vimos en los años 70, y si no sucede este año, también
estamos pronosticando reservas más bajas para el año próximo”.
Según la organización de las Naciones Unidas para el alimento
y la agricultura, la razón principal es la demanda de etanol:
el alcohol utilizado para la elaboración del combustible de motores,
que se elabora a partir de maíz y de trigo.
Los agricultores responderán a precios
mejores plantando más, pero no está claro que pueden satisfacer
la demanda creciente de biocombustibles. Y aunque lo hagan, igualmente
se extenderán hacia hábitats vírgenes.
Ya sabemos que los biocombustibles son peores
para el planeta que el petróleo. La O.N.U acaba de publicar un
informe que sugiere que el 98% de los bosques tropicales naturales de
Indonesia estarán degradados o extinguidos antes de 2022. Hace
apenas cinco años, las mismas agencias predijeron que ésto
no sucedería hasta 2032. Pero calcularon sin tomar en cuenta
el establecimiento de plantaciones de aceite de palma para abastecer
de biodiésel al mercado europeo. Ésta es ahora la causa
principal de la tala de árboles allí y probablemente pronto
será también responsable de la extinción del orangután
salvaje.
Aún peor. Mientras se queman los bosques,
los árboles y la turba sobre la que estos se asientan se convierten
en dióxido de carbono. Un informe de la consultora holandesa
Delft Hydraulics demuestra que cada tonelada de aceite de palma da lugar
a 33 toneladas de emisiones del dióxido de carbono, 10 veces
más de las que produce el petróleo. Siento que necesito
decir esto otra vez. El biodiésel fabricado a partir de aceite
de palma causa a 10 veces más cambio climático que el
diésel ordinario.
Se están produciendo impactos similares
por todo el mundo. Los productores de caña de azúcar se
están extendiendo hacia los raros hábitats del cerrado
en el Brasil, y los granjeros de la soja están pelando los bosques
tropicales del Amazonas. Ya que el presidente Bush acaba de firmar un
acuerdo de biocombustibles con el presidente Lula, es probable que la
situación se ponga mucho peor. Los indígenas de Sudamérica,
Asia y África está comenzando a denunciar incursiones
sobre sus tierras por parte de los que plantan el combustible. Una petición
lanzada por un grupo llamado Biofuelwatch, exigiendo a los gobiernos
occidentales que se detengan, ha sido firmada por activistas de 250
grupos.
El gobierno británico está
bien consciente de que hay un problema. En su blog, el secretario del
ambiente David Miliband observó el año pasado, que las
plantaciones de aceite de palma “están destruyendo el 0.7%
del bosque tropical malayo cada año, reduciendo un recurso natural
vital (y destruyendo en el proceso el hábitat natural del orangután).
Todo está conectado.” Sólo la política del
gobierno no lo está.
La razón por la cual los gobiernos
están tan entusiasmados sobre los biocombustibles es que no decepcionan
a los conductores. Parecen reducir la cantidad de carbono de nuestros
coches, sin requerir de nuevos impuestos. Es una ilusión sostenida
por el hecho de que solamente las emisiones producidas en el nuestra
casa cuentan en nuestro total nacional. La deforestación del
bosque en Malasia no aumenta nuestro impacto oficial ni un gramo.
En febrero la Comisión Europea confrontó
con una elección entre una mayor eficiencia de los combustibles
o los biocombustibles. Se había prepuesto imponer a las compañías
de autos que la emisión media de carbono de los coches nuevos
para 2012 fuera de 120 gramos por kilómetro. Después de
un duro lobby encabezado por Angela Merkel en nombre de sus fabricantes
de coches, se elevó este límite a 130 gramos. Anunció
que compensaría el déficit aumentando la contribución
de los biocombustibles.
El gobierno británico dice que “requerirá
a proveedores de combustibles para el transporte promocionar el ahorro
del carbono y la sostenibilidad de los biocombustibles que provean”.
Pero no les obligará hacer cualquier cosa. No puede: sus consultores
han demostrado ya que si intenta imponer estándares ambientales
más amplios a los biocombustibles, se alejará indecentemente
de las reglas del comercio mundial. E incluso los biocombustibles “sostenibles”
ocupan el espacio que ahora ocupan otras cosechas, desplazando a éstas
hacia nuevos hábitats. Promete que un día habrá
una “segunda generación” de biocombustibles, hecha
de paja, hierba o madera. Pero todavía hay obstáculos
técnicos importantes. Para el momento en que los nuevos combustibles
estén listos, el daño estará hecho.
Necesitamos una moratoria en todos las porcentajes
obligatorios e incentivos para los biocombustibles, hasta que pueda
ser producida una segunda generación de combustibles, por menos
de lo que cuesta producir el combustible a partir de aceite de palma
o de caña de azúcar. Incluso entonces, las porcentajes
deben ser fijos e ir aumentando sólo cautelosomente. Sugiero
una congelación de cinco años.
Esto requeriría una campaña
enorme, más resistente que la que ayudó a establecer una
congelación de cinco años para los crecientes cultivos
genéticamente modificados en el Reino Unido. Eso fue importante
- las cosechas del GM dan a las grandes compañías un control
sin precedentes sobre la cadena alimentaria. Pero la mayor parte de
sus efectos son indirectos, mientras que la devastación causada
por los biocombustibles es inmediata y ya visible.
Esta es la razón por la cual será
más difícil de detener: animadas por la política
del gobierno, los granjeros y las compañías químicas
están haciendo ahora grandes inversiones. Pararlas requiere el
infierno de una batalla. Pero ésta tiene que ser luchada.
Puedes unirte a la campaña
en
www.biofuelwatch.org.uk
www.monbiot.com
http://environment.guardian.co.uk/climatechange/story/0,,2043727,00.html