Maíz
transgénico en Uruguay
Un ejemplo
perfecto de lo que sucede cuando se promueve la “coexistencia”
de dos modelos de agricultura
Nueva
publicación de RAP-AL Uruguay.
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Nuestro país
ha plasmado recientemente un marco legal que regula las condiciones
de bioseguridad nacionales. El Poder Ejecutivo ha optado por la “coexistencia
regulada” de cultivos transgénicos con los cultivos convencionales
y orgánicos. Ante la perspectiva de que con la nueva política,
comiencen a tratarse solicitudes de ingreso para nuevos cultivos transgénicos,
es imprescindible la evaluación de lo que ha significado el cultivo
de los transgénicos ya presentes en Uruguay; soja y maíz.
De un tiempo a esta
parte, los impactos que ha implicado el cultivo de soja transgénica
han comenzado a ser puestos sobre la mesa. Hoy por hoy son muchas las
cosas que se saben.
Se sabe que en Uruguay
el 100% de la soja es transgénica. Se sabe que su cultivo, asociado
a la siembra directa, impacta negativamente en el suelo. Se sabe que
inevitablemente asociado a un paquete de agrotóxicos, su cultivo
implica un grave riesgo para la salud y contamina los suelos, el agua
y el aire. Se sabe que son unas pocas y grandes empresas, generalmente
argentinas, las que se llevan la mayor parte de las ganancias. Se sabe
que de su mano, se ha expandido el área agrícola del país,
desplazando otros tipos de producción, eliminando praderas naturales
nunca labradas y empujando al alza los precios de la tierra. Se sabe
que su tendencia a la economía de escalas implica tanto una bajísima
generación de empleo como de distribución de riquezas.
Pero, ¿qué se sabe del maíz transgénico?
Se sabe poco, pero las preguntas que podrían plantearse son múltiples.
¿Qué tipos de maíz se producen en nuestro país?
¿Cuánto se produce de cada uno? ¿Quiénes
lo cultivan? ¿Cómo ha variado esto en los últimos
tiempos? ¿Qué paquete de agrotóxicos se utiliza?
¿Cuánto maíz del que se siembra es transgénico?
¿Comemos maíz transgénico los uruguayos? ¿Es
realmente posible la coexistencia entre el maíz transgénico
y el que no lo es? ¿Cuál es la perspectiva del cultivo
de maíz a la luz del auge de los agrocombustibles?
El
presente trabajo intenta aportar algunas respuestas a estas preguntas
y reflexionar en torno a la posibilidad real del Estado para asegurar
la coexistencia de dos modelos de agricultura cuando es incapaz de responder
a otras.
¿Hacia
un 100% de maíz transgénico?
En los últimos
tiempos, parece haberse comprendido
que los cultivos transgénicos no pueden analizarse sin tener
en cuenta el paquete tecnológico al que están indisolublemente
asociados y la matriz productiva en la que se introducen. Esa matriz
productiva se ve afectada a todo nivel, y son esos efectos en su conjunto,
los que deben considerarse a la hora de evaluar la conveniencia para
el país de su introducción.
Al intentar esbozar
un panorama general del cultivo de maíz en Uruguay, las dificultades
son varias. En nuestro país se producen diferentes tipos de maíz,
de distintas maneras, por distintos tipos de productores y con diferentes
destinos. Los correspondientes datos estadísticos se encuentran
dispersos dada su múltiple condición de cultivo forrajero,
para grano y hortícola. A esa complejidad se agrega que se producen
maíces transgénicos y no transgénicos, pero tampoco
existen datos oficiales actualizados en cuanto a los porcentajes respectivos.
Todos estos datos, además, presentan a veces grandes diferencias
entre sí.
El sistema agrícola
uruguayo se encuentra en una encrucijada. Por un lado se abre el camino
de la agricultura empresarial, que tiende a la intensificación,
el monocultivo, la concentración de la riqueza, el aumento del
uso de agrotóxicos, y de la cual los cultivos transgénicos
son un elemento clave. Esa agricultura empresarial requiere cada vez
más de una fuerte disponibilidad de capital. Producir commodities
es cada vez más rentable pero también requiere cada vez
mayor escala, mayor tecnificación y mayor inversión. Las
grandes empresas son las más competitivas, aumentan su productividad,
su tamaño y sus rentas. Los pequeños productores quedan
por el camino. En los últimos diez años, por ejemplo,
los grandes productores de maíz multiplicaron su área
más de cuatro veces, y los pequeños productores la vieron
reducida a la mitad.

Producción
de maíz para grano por tamaño de productor - Elaboración
propia en base a DIEA
En ese mismo período,
el área sembrada con maíz transgénico paso de 0
a más de 100.000 hectáreas, llegando a ser un 75% del
total de maíz para grano.
Por otro lado se abre
el camino de un desarrollo basado en una agricultura diversificada,
sustentable y a escala humana. Una agricultura tal vez menos rentable
en términos economicistas, pero mucho más eficiente para
distribuir la renta generada y mucho más eficiente en la conservación
de los recursos naturales. Una agricultura, en ese sentido, económicamente
inclusiva y ambientalmente sustentable.
Cuando se pretende
regular la coexistencia entre cultivos transgénicos y no transgénicos,
lo que se está intentando hacer coexistir son esos dos modelos.
Por lo tanto, el problema de fondo no está, por ejemplo, en si
son 250 o 500 metros los que aseguran la no contaminación genética
del maíz. El problema de fondo está en si realmente es
posible que coexistan esas dos agriculturas.
El
presente informe intenta esbozar los cambios que ha sufrido en los
últimos años el cultivo de maíz en Uruguay. Estos
cambios son un claro ejemplo de quién gana y quién pierde
cuando se dejan “coexistir” esos dos modelos.
¿Es el Estado
capaz de asegurar una “coexistencia” y garantizar que ambos
modelos sobrevivan? Las enormes carencias del relevamiento y control
estatal constatadas a lo largo del presente trabajo indican claramente
que no. Por lo tanto, en la
práctica, al dejarlas “coexistir” libradas a sus
propias fuerzas, termina dejando florecer una de ellas y condenando
a desaparecer a la otra.
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Flavio Pazos
RAP-AL Uruguay, Noviembre
2008